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Lulú Petite nos cuenta su agradable experiencia con un hombre de 70 años

Ella lo llevó con una jovencita muy rubia y de enormes ojos azules

Lulú Petite nos cuenta su agradable experiencia con un hombre de 70 años

Foto: (Especiales)

Sexo 11/06/2024 14:39 Lulú Petite Actualizada 14:39
 

Querido diario: Julián tiene casi 70 años. Los presume porque los ha vivido bien. Ayer nos vimos y, por descabellado que parezca, me contó que el fin de semana celebró el cumpleaños de don Sebastián, su padre.

Don Sebastián llegó a los 100 años rodeado de gente. Sus hijos. Los hijos de sus hijos y hijos de los hijos de sus hijos. La casa vibraba con el bullicio de generaciones.

Entre tanta vida, Julián se acercó a su padre a preguntarle cómo se sentía. 

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Don Sebastián fue franco: sentía el peso de la soledad. Los amigos de antaño, aquellos que con él crecieron, se habían ido.

Mientras, sus bisnietos correteaban por el jardín y sus nietas reían alrededor de la mesa. Don Sebastián cerró los ojos y contó de aquellos días en que, joven y rebelde, celebraba con sus amigos, con su mujer, con sus amores. Una vida prometedora.
 
Ahora, esos tiempos habitan su memoria, convertidos en sombras. Abrió los ojos y allí estaban los suyos, su legado. La fiesta continuaba, pero Julián y su padre se quedaron callados. Sabían que, en la cima de los años, la verdadera celebración es un acto solitario, un tributo a los ausentes.

Por eso me llamó. Quería hablar. Julián todavía coge y lo hace bien, pero hoy sólo quería verme para charlar.

Me contó de la fiesta, pero también me contó de la vez que su padre lo llevó a hacerse “hombrecito”.

Eran principios de los setenta y Julián era un mocoso de 18 o 19. Su papá, empresario, le ordenó que lo acompañara a una reunión de trabajo.

Así fue, pero todo terminó en putero. Pura chica en minifalda con peinados altos. Su papá llamó a una señora y le encargó a su hijo. 

Ella lo llevó con una jovencita muy rubia y de enormes ojos azules. Con ella, Julián se desquitó y, por algún tiempo, se creyó enamorado de la muchacha rubia.

—Se llamaba Pamela —me dijo.

—Hacía una vida que no pensaba en ella —dijo casi para sí y luego cerró:

—Es verdad. La vida es memoria, un tributo a los ausentes.

Hasta el jueves,

- Lulú Petite

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