HISTORIAS DE TAXIS
Taxista se encontró con viejo compañero de la escuela al cual trato mal y así le fue
Vueltas y sorpresas que da la vida
(Foto: Google Maps)
José Juan maneja un taxi desde los 18 años, tiempo en que dejó de estudiar la prepa. “Según yo, era mejor trabajar y ganar dinero rápido, que estudiar; ya sabe, así es uno de bruto cuando sigue sus instintos sin razonar.
“Pero, neta, ahora me arrepiento y más porque el otro día me hizo la parada un señor bien vestido. De voz suave, educado, me pidió que lo llevara a los juzgados de Niños Héroes. Al verme me dijo: ‘¿Eres Pepe?’ ‘Sí, ¿por’? ‘Soy el Matado, así me pusiste tú’; ‘ah, qué bien. ¿Cómo te ha ido, mi hermano’. ‘Muy bien’, me respondió con una sonrisa.
“Me contó con orgullo que es abogado y que le va de maravilla, porque tiene su despacho y lleva varias cuentas (algo que no entendí), pero que le da para vivir bien y mandar a sus hijos a escuela de paga.
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“También se acordó que yo era el gandalla del salón, que ponía apodos, mataba clases y que a él lo traía de mi ‘puerquito’. Le dije que fueron cosas de juventud y que a mí el taxi me da para comer y lo mejor es que ando libre y no dependo de nadie.
“Cuando se bajó, me dio su tarjeta donde decía abogado. La verdad, me dio envidia, porque yo era buen estudiante, pero me ganó el desmadre. No arrepiento de lo que soy, porque el taxi es maravilloso, pero, mire, lo que es la recochina vida: él, que era mi puerquito, creció mucho”, concluye José Juan.
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