CAMINO A LAS ESTRELLAS
El misterio que esconde la catedral del Apóstol Santiago
Es la peregrinación más popular de la cristiandad, pero pocos saben qué hay detrás de su historia
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En el noroeste de España cuentan que si sigues la Vía Láctea, si sigues su bella sombra blanca en el cielo, llegas hasta la tumba del Apóstol Santiago.
Antes de la cristianización de estas tierras, lo que encontrabas si seguías este Camino de Estrellas era el fin del mundo conocido, porque por entonces ellos no sabían de la existencia de América. El fin del mundo estaba en Galicia, en la población llamada Finisterre, que es un nombre gallego que significa (el fin de la Tierra).
Lo que había más allá era el reino de los muertos, a donde iban a parar las almas después de morir. De hecho, a esos acantilados se les nombra como ‘la Costa Da Morte’, ‘la Costa de la Muerte’.
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Se dice en Galicia que la gente pide deseos cuando aparecen estrellas fugaces porque estas son los espíritus de los muertos, que viajan hasta el más allá. Como ellos ya van en camino de encontrarse con Dios, es más fácil que puedan entregarle nuestros deseos.
En este lugar tan mágico, cuentan que en el siglo IX un ermitaño llamado Pelayo observó unas luces extrañas en la zona del Monte Libradón. Esas luces siempre se paraban en el mismo lugar, y justo donde las luminarias señalaban, aparecieron los restos del apóstol Santiago.
En los primeros años del cristianismo surgió la tradición de que Santiago había dedicado su vida a predicar las enseñanzas de Jesús en tierras españolas.
Posteriormente, habría regresado a Tierra Santa, donde los Hechos de los Apóstoles nos señalan que fue ajusticiado por Herodes Agripa, siendo decapitado y convirtiéndose en uno de los primeros mártires de la Iglesia.
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La tradición asegura que sus restos fueron trasladados hasta la tierra que había evangelizado, concretamente hasta Galicia, pero también hay una leyenda que dice que de forma mágica llegaron sus restos hasta estas tierras, en una barca sin velas ni timón. Lo cierto es que, desde que aparece la tumba del Apóstol, sus restos empiezan a ser venerados.
De hecho, aseguran que el rey de Asturias, Alfonso II el Casto, peregrina hasta sus restos para rendirle honores, y se piensa, por tanto, que fue el primer peregrino del Camino de Santiago. Con el tiempo, alrededor de la tumba del apóstol se creó una hermosa catedral y una bella ciudad, Santiago de Compostela, que se llama así porque se asegura que Compostela significa ‘Campo de Estrellas’, en honor a esas luces que señalaron dónde estaban los restos de Santiago.
Hoy, el Camino de Santiago es la peregrinación más popular de toda la cristiandad, pero pocos saben que, en realidad, es un camino que ya existía antes del cristianismo y que tenía que ver con un viaje iniciático, de renacimiento, para los antiguos celtas.
Aseguran que el auténtico peregrino no termina su viaje tras abrazar al santo en la catedral de Santiago y visitar sus restos, sino tras tirar sus botas en la Costa da Morte, en el fin del mundo, donde muere su antigua vida e inicia una nueva, una con mayor conocimiento y con mayor profundidad tras recorrer más de 700 kilómetros en busca de Santiago... pero también en busca de uno mismo.
VIBRACIONES SANADORAS
La gran energía de Santiago
Investigadora descubre que la famosa tumba del apóstol irradia “un resplandor de vida”
En la década de los 80, la investigadora Blanche Merz descubrió, en Santiago de Compostela, un secreto que pocos conocen.
Ella se dedicó a investigar la energía presente en los monumentos más misteriosos del mundo, midiendo la presencia de aspectos como las fuerzas telúricas en este tipo de espacios sagrados que están presentes en todos los continentes.
Tenía la sospecha de que la energía que irradian edificios como pirámides o catedrales, tenía algo que ver con el carácter sagrado de estos templos e incluso con los milagros y sanaciones que se vinculan con los mismos.
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De esta forma, a través de un aparato llamado biómetro de Bovis, viajó por todos los países midiendo la energía de sus monumentos.
Lo más impactante es que de todos los lugares de la Tierra en los que pudo medir, la mayor cantidad de energía la registró en Santiago de Compostela.
En concreto, obtuvo 21 mil unidades de energía. Según sus estimaciones, se trata de una vibración energética sólo soportable para un gran iniciado y el punto clave se producía en la vertical exacta de la tumba del Apóstol y del lugar en el que los peregrinos abrazan el busto de Santiago.
“Nos hallamos en el umbral de lo desconocido. ¿Cómo es posible que encima de la tumba se dé este resplandor de vida, que ilumine el cerebro, lo deslumbre y transporte al ser humano hasta las nubes?”, se pregunta la investigadora.