CARIDAD HACIA LOS POBRES

San Wenceslao, el príncipe que se convirtió en mártir

Era conocido por todos como el "Buen Rey"

San Wenceslao, el príncipe que se convirtió en mártir

Foto: (X)

Historias 28/09/2024 07:00 Rosario Paz Actualizada 07:00
 

San Wenceslao fue un príncipe y duque de Bohemia (actual República Checa) que vivió en el siglo X.

Nació alrededor del año 907 en Bohemia y fue educado en la fe cristiana por su abuela, Santa Ludmila.

Cuando tenía 14 años ascendió al trono, en 921. Su gobierno se destacó por su piedad, justicia y caridad hacia los pobres. Promovió la cristianización de su pueblo y mantuvo relaciones pacíficas con el Sacro Imperio Romano Germánico.

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El 28 de septiembre de 935 fue asesinado por orden de su hermano menor, Boleslao, por lo que a partir de ese momento fue venerado como mártir y santo patrón de Bohemia.

Su festividad se celebra el 28 de septiembre y es ampliamente conocido fuera de Europa del Este por la leyenda del "Buen Rey Wenceslao", popularizada por un villancico inglés titulado "Good King Wenceslas”.

[GOOD KING WENCESLAS CANTADA POR SHELDON COOPER: https://www.youtube.com/watch?v=FuJw0F7UmSE]

LA LEYENDA DEL BUEN REY WENCESLAO

Hace mucho, mucho tiempo, en un reino lejano llamado Bohemia, vivía un rey muy especial. Su nombre era Wenceslao, y era conocido por todos como el "Buen Rey".

El Rey Wenceslao no era como otros reyes. No le importaban los tesoros ni los lujos. Lo que más le importaba era ayudar a su gente, especialmente a los más pobres y necesitados.

Una noche de invierno, en la víspera del día de San Esteban, la nieve caía suavemente sobre el reino. Hacía mucho frío, tanto que hasta los animales del bosque buscaban refugio. El Buen Rey Wenceslao estaba sentado junto a la ventana de su castillo, mirando hacia afuera.

De repente, vio a un pobre hombre recogiendo leña en la nieve. El corazón del rey se llenó de compasión. Llamó a su paje y le dijo:

"Trae carne, trae vino y trae leña del pino. Iremos a ayudar a ese pobre hombre y le daremos una cena caliente".

El paje, sorprendido, preguntó: "Pero señor, hace mucho frío afuera y la nieve es profunda. ¿No podemos esperar hasta mañana?"

El rey sonrió y dijo: "El frío puede esperar, pero el hambre y la necesidad no. Vamos ahora".

Así que el rey y su paje salieron al frío de la noche. El viento soplaba fuerte y la nieve les llegaba hasta las rodillas. Caminaron y caminaron, y el pobre paje empezó a temblar de frío.

"Mi señor", dijo el paje, "no puedo seguir. El frío es demasiado intenso".

El bondadoso rey miró a su sirviente y le dijo: "Sigue mis pasos, paje mío. Pisa exactamente donde yo piso".

El paje, aunque dudoso, hizo lo que el rey le dijo. Y entonces, ¡sucedió algo maravilloso! Cada vez que pisaba en las huellas del rey, sentía un calor que subía desde sus pies. Era como si las pisadas del rey estuvieran benditas con un calor mágico.

Finalmente, llegaron a la casa del pobre hombre. Le dieron comida, vino y leña, y el hombre lloró de alegría y gratitud.

Esa noche, el Rey Wenceslao no solo había alimentado a un hombre hambriento, sino que también había enseñado a su paje una lección importante: que la bondad y la generosidad pueden calentar hasta la noche más fría.

Desde entonces, la gente recuerda al Buen Rey Wenceslao, especialmente en Navidad, como un ejemplo de amor y caridad. Y se dice que, en las noches frías de invierno, si miras con atención, aún puedes ver las huellas benditas del rey en la nieve, brillando con un cálido resplandor.

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