Deja de temer al futuro

12/05/2015 03:00 Víctor Jiménez Actualizada 22:30
 

HAY UN PADECIMIENTO bastante común que consiste en preocuparse por lo que podría suceder si actuáramos para conseguir nuestros objetivos. Es el Síndrome “¿Y qué tal si…?” que manifiesta un temor al futuro, cuyas consecuencias pueden alterar seriamente la salud psicológica y emocional. Algunas muestras de este síndrome son los siguientes pensamientos: “¿Y qué tal si no puedo con el nuevo trabajo?”, “¿Y si mi familia no está de acuerdo con que yo viva con él?”, “¿Y qué tal si nuevamente me va mal en la relación?”. 

Para saber si sufres de esta afectación psicológica, revisa los comportamientos característicos del síndrome, el daño que puede provocar y su tratamiento.

¿Cuáles son los síntomas?

Anticipación catastrófica del 

futuro. “¿Y qué tal si pierdo la competencia? No lo podría 

soportar”.

Pensamiento pesimista. Considerar el peor escenario no es una mala idea para planificar:

¿Qué es lo peor que podría suceder? Pero la preocupación irracional de algo que tiene poca probabilidad de ocurrir es caer en el juego de la autotortura.

Exageración de las consecuencias. Decir “¿Y qué tal si me equivoco?”, equivale a decir “Sería terrible si me equivocara”.

Temor a la incertidumbre: “¿Y qué tal si no quiere salir conmigo?”, “¿Y si me vuelvo a sentir mal estando en la calle o al cruzar el puente?”.

Estrés producto del cambio en la rutina: “¿Y si no sé cómo llegar a esa zona de la ciudad?”, “¿Y si ya no puedo sacar a pasear al perro?”.

 Falta de confianza en la propia capacidad: “¿Y qué tal si no termino la carrera?”.

¿Cuáles son los efectos? 

A través del conjunto de síntomas que constituyen este síndrome, la persona alimenta las dudas que tiene sobre sí misma. Estas dudas la llevan a la parálisis: evita enfrentar lo necesario para cumplir con sus deseos y metas. Está atrapada en una aparente comodidad, aunque en realidad permanece su inquietud de salir al mundo, lograr sus objetivos y gozar de la satisfacción de haber luchado y llegado a la meta. La forma de pensar “¿Y qué tal si…?” fomenta el afán de control, la preocupación, la frustración y el arrepentimiento. 

¿Existe una “cura”?

No existe un remedio definitivo para esta afectación, como podría ser un tratamiento farmacológico o la cirugía. Hay que lidiar a diario con la anticipación catastrófica, los pensamientos negativos, la exageración de las consecuencias y el temor al cambio y a lo desconocido. Pero sí hay una serie de medidas a tomar para evitar o aliviar el malestar provocado por este síndrome: La auto-observación. Mantente “a la caza” de las dudas expresadas con “¿Y qué tal si…?”. Cada vez que te haces consciente de estas conductas y actitudes tienes la oportunidad de detenerlas. Así, favoreces la capacidad para anticipar y planificar de forma realista. También fomentas en ti el optimismo, la mesura y la confianza para enfrentar lo nuevo y diferente. 

 

 

 

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