Mayra es la menor de tres hermanos. La noticia de su condición fue inesperada y desconocida hasta el día de su nacimiento, cuando la pequeña bebé de apenas un kilo 800 gramos y 30 centímetros llegó a los brazos de su mamá Victoria Sánchez.
El médico encargado de explicar la situación fue todo, menos sutil: "Su hija tiene Síndrome de Down, pero no se preocupe, usted no le pedirá que se esté quieta, no hablan, no hacen nada, no van a la escuela y se mueren pronto", dijo con frialdad.
Dos meses duró el duelo de Victoria, temiendo perder a su hija en cualquier momento y con un llanto incontrolable ante la inexperiencia e incertidumbre de lo que pasaría con la familia y con la pequeña.
Hasta que un día, después de una larga reflexión, Victoria entendió que debía hacer algo por su hija, dejar de llorar y resanar esos meses perdidos.
"Entendí que no hay gente normal, que nadie marca los niveles de perfección y comencé a buscar formas de sacar adelante a Mayra, me informé y comencé a intentar formas de estimulación", comenta Victoria.
Mayra Luz Méndez Sánchez ha cumplido 24 años y a su edad puede presumir haber participado en tres desfiles de boda, ser cinta negra en karate, pintar al óleo, estudiar en la universidad y ser integrante del primer equipo de nado sincronizado de personas con Síndrome de Down en el mundo.
Mayra y su madre han comenzado un proyecto sin antecedentes, el cual planean sembrar en otros países, objetivo que no ha sido fácil.
En España, Mayra y su compañera presentaron el proyecto en el campamento de Ana Tarrés, una de las mejores entrenadoras de nado sincronizado en el mundo. En Italia ya se consolidó un equipo similar; en Londres, su proyecto fue aplaudido, pero en Dubai fue rechazado, ya que los musulmanes no aceptan la natación, debido al traje de baño que se utiliza.
La misión de Victoria es dar a conocer los logros que ha obtenido Mayra al practicar nado sincronizado, los cuales son físicos y emocionales.
"Mayra tiene un mejor tono muscular, aunque una de las características de las personas con Síndrome de Down es que tienen tendencia al sobrepeso. Además, le encanta nadar, es una actividad que la llena completamente", asegura Victoria.
CERCA DE LA MUERTE. La rutina de Mayra se vio interrumpida el año pasado por una cuestión delicada de salud. Un suplemento alimenticio causó un envenenamiento cerebral que puso a la joven en el umbral de la muerte.
"Mi hija sufría convulsiones y estuvo muy grave, fue toda una historia de terror y la neuróloga le dijo a Mayra que no podría nadar, lo que la deprimió mucho y no paraba de llorar", cuenta.
Tras varios meses de tratamiento, Mayra pudo retomar sus entrenamientos, ahora con Ilyan Valderrama, quien tres veces a la semana comparte sus conocimientos de nado sincronizado y ha logrado perfeccionar la rutina de su alumna.
Mayra regresó al Centro Acuático CEFORMA, en Tlalpan, y se sumergió de nuevo a la fosa de cinco metros de profundidad, como lo que es: una deportista de alto rendimiento.
"Estoy feliz, pensé que nunca volvería a nadar", le dijo llorando a su madre y a su entrenadora al terminar su rutina.
Ya son más de seis años los que Mayra le ha dedicado al nado sincronizado y espera algún día poder participar en una competencia porque hasta ahora se ha dedicado a dar exhibiciones, debido a que no hay equipos para competir.