Por Irma Gallo.
Esta columna está dedicada para mi papá, Miguel Ángel Gallo Tirado, y para ustedes, papás responsables, amorosos, que se toman muy en serio la responsabilidad de ser proveedores, pero también disfrutan de pasar tiempo con su familia.
Mi papá es el hombre más alegre y positivo que conozco. Lo es ahora que tiene 71 años y lo era cuando tenía 30, 40, 50, 60, o sea, en todos los recuerdos que tengo de mi infancia, de mi problemática adolescencia y juventud (¡pobres de él y mi mamá!), y de mi vida adulta.
Casi toda su vida (hasta hace apenas un mes, cuando decidió jubilarse), trabajó como maestro y esa vocación la tuvo con mi hermana y conmigo, ya que no sólo nos enseñó a disfrutar de la lectura, de la buena música y de las artes visuales, sino también a verle el lado bueno a las cosas, aunque no por ello a conformarnos ante las injusticias.
¿Por qué les cuento esto, mamás y papás? No por presumirles, por supuesto (bueno sí, tal vez un poquito), pero sobre todo porque esta es la manera que elegí para decirles que los buenos recuerdos (como los malos) se quedan toda la vida, y como ustedes decidan tratar a sus hijos determinará cómo ellos los recuerden y los perciban en el futuro.
Si mi hijo todavía es bebé. Debes determinar la manera en que te involucres con tus hijos desde bebés. ¿A qué me refiero? A “entrarle al parejo” a cambiarles el pañal, a arrullarlos cuando se despierten a medianoche, a darles el biberón o la papilla o lo que sea, a hablarles, a cantarles.
Si es que todavía tienes esos prejuicios de que los varones no deben ser tiernos ni con sus hijos, ¡deshazte de ellos, pero ya! El contacto de los bebés con quienes los cuidan es muy importante, y desde estos primeros días forman los lazos que habrán de determinar su manera de estar en este mundo: si se convierten en adultos seguros de sí mismos y por lo tanto, felices y exitosos, todo depende de ti y de su mamá.
Dales tiempo. El tiempo que no les des ahora, te lo reclamarán siempre. Un famoso escritor y diplomático mexicano pasaba mucho tiempo fuera del país, casi la mitad del año, dando clases en universidades extranjeras.
Él y su esposa decidieron que sus hijos, una niña y un varón, se quedaran en México solamente supervisados por los empleados domésticos durante todo el año, quizá para que no perdieran clases. Ambos hijos, jóvenes adultos, murieron en circunstancias trágicas, relacionadas con el abandono al que fueron sometidos por sus padres.
Entiendo que como padre sientes una gran responsabilidad porque la sociedad ha determinado que seas el proveedor (si no el único, el mayor) de tu hogar. Y la situación económica del país no está como para ponerle peros a un empleo, pero siempre piensa que ningún trabajo vale más que la vida de tus hijos, y la única manera en que les puedes demostrar que te importan es pasando tiempo con ellos.
Y no me refiero a que los lleves al parque o al cine y mientras te la pases hablando por teléfono o contestando correos o mensajes; juega con ellos, convive, pregúntales cómo fue su día, quiénes son sus amigos, conoce a sus amigos, maestros, involúcrate en las actividades escolares; haz la tarea con ellos.
Créeme, todo lo demás puede esperar. Ellos no. Más pronto de lo que te des cuenta el (la) niñ@ pequeñ@ que tienes enfrente y al que estás ignorando se convertirá en el (la) adolescente enojad@ que te ignorará a ti.
No definitivo a la violencia
Hay muchos hogares en donde se cree que el amor lo provee la madre y la disciplina le toca al padre. Pero una cosa es la disciplina, que por supuesto es muy importante y que mi opinión es que debe ser una enseñanza compartida, no exclusiva del padre, y otra es la violencia verbal e incluso, física.
La peor manera de hacer que un(a) niño te obedezca es pegando de gritos o con un castigo corporal (encerrarlo en su cuarto o peor aún golpearlo). Sólo conseguirás dañar su autoestima y que te guarde rencor, y no transformarás la conducta que según tú estás sancionando.
¿Qué hacer entonces? Enseñarle que todos sus actos tienen consecuencias: no comerá postre, no habrá ida al cine el fin de semana, no irá a la fiesta a la que lo invitaron en la escuela, no recibirá domingo. Estas acciones serán mucho más efectivas porque lo ayudarán a volverse responsable de sus actos.
De regalo
Para que disfrutes de un Día del Padre como te lo mereces, El Gráfico y Penguin Random House tienen un regalo para ti. Si eres de los tres primeros que nos escriban y nos cuentas una anécdota especial con tu papá, ya ganaste un ejemplar de Memorias del más allá para vivir en el más acá. ¡Apúrate porque sólo hay tres ejemplares! Mucha suerte.