Hay muchas formas de complicarse la existencia. Una de ellas es dejar de ser uno mismo para actuar como nuestros padres y maestros nos han dicho que lo hagamos, como aprendimos en la infancia que podíamos obtener aprobación. Al hacerlo, dejamos de ser fieles a nosotros mismos y juramos lealtad a los demás.
Nos alejamos de las propias ideas, sentimientos y deseos para evitar nuestro mayor temor: no ser queridos por no cumplir con lo que imaginamos se espera de nosotros. Hay diferentes formas en que, al dejar de ser tú mismo, complicas tu existencia y te provocas sufrimiento. Aquí están algunas de ellas:
Tensándote física y psicológicamente. Puede ser que constantemente evites el enfado y la rabia porque piensas “no está bien que tenga estos sentimientos”. Percibes estas emociones como defectos y no te permites sentirlos o expresarlos, aun cuando sabes que son reales y forman parte de tu humanidad. Como tiendes a contener el enojo, inviertes una gran cantidad de energía para mantenerlo a raya. Pero no lo olvidas, sólo lo guardas bajo el tapete. El resultado: sufres de tensiones corporales.
Cambia tu visión: Admítelo, sólo eres un ser humano imperfecto. Al mostrarte como una persona perfecta o querer parecerlo, te traicionas y te haces daño. La aceptación de tu humanidad te ayudará a sentir y expresar tus sentimientos con mayor libertad.
Llenándote de compromisos. Te cuesta decir “no” a las peticiones de ayuda. Así, te desgastas física y emocionalmente. La obligación que te impones de apoyar a los demás puede ser agotadora. En tu afán por sentirte amado, te concentras en las necesidades ajenas, las atiendes, pero olvidas las propias. De esta manera, haces a los demás dependientes de tu ayuda, pero te conviertes en un rescatador. Dejas de ser tú mism@ cuando haces todo lo posible por mostrarte generoso siempre. Quizás niegas tus propias necesidades porque admitirlas destruiría la imagen de generosidad que intentas dar a los demás.
Cambia tu visión: Sé generoso contigo, no sólo con los demás. Encuentra el balance entre tus necesidades y las ajenas. Quizás descubras que ayudar a otros es una forma indirecta de pedir ayuda para ti.
Manteniendo una imagen de éxito frente a los demás. Tu deseo de ser aceptado y de ser considerado valioso te lleva a hacer un gran esfuerzo por sobresalir: siendo eficiente en el trabajo, huyendo a toda prisa del fracaso o mostrando las cosas materiales que eres capaz de adquirir. Das una falsa imagen, te escondes tras una máscara de éxito. En el fondo, tu deseo es ser amado por quien eres.
Cambia tu visión: Recuerda, vales por lo que eres, no por lo que haces ni por tus logros o éxitos. No eres las cosas que posees, tampoco eres los diplomas que has obtenido. Eres mucho más que eso.
Tratando de mostrarte como alguien especial. En tu afán por “ser especial”, re chazas lo que te conecta con las otras personas: tu condición de igualdad humana. En el fondo, deseas ser aceptado por quien eres. No te das cuenta de que cuando simplemente eres tú mismo y aceptas tus talentos y capacidades, los demás te aceptan, te respetan y desean estar a tu lado.
Cambia tu visión: Cierto, hace falta mucha valentía para ser uno mism@ en un mundo en el que de manera constante se nos pide demostrar y justificar quiénes somos. Sin embargo, muchos se han atrevido a ser fieles a sí mismos, si otros lo han hecho, tú también puedes lograrlo. Acepta total y humildemente quien eres. No necesitas hacer un esfuerzo para que los demás te acepten. Créelo, ya eres especial y valios@ tal como eres. Ya tienes un lugar especial en este mundo.
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