Por Irma Gallo
Sin duda alguna, mamás y papás, hay temas sobre los que nos cuesta trabajo hablar. Pensemos en la masturbación, por ejemplo. ¿Por qué nos sentimos tentados a darle un manazo a nuestro hijo o hija, no importa la edad que tenga, si lo descubrimos en plena faena?
ALGUNOS DATOS. Tal como exploran otras partes de su cuerpo, desde que pueden utilizar sus manos los bebés se tocan los genitales y encuentran sensaciones placenteras en ello. No tienen idea de que eso se relaciona con el sexo, simplemente porque no saben qué es eso, así que de ninguna manera están incurriendo en una conducta reprobable por la cual merezcan un regaño.
Al contrario, si los regañas crecerán con la idea de que todo lo que tiene que ver con su cuerpo está mal, y eso sí les puede traer problemas en su vida adulta.
Ahora bien, si tu hijo empieza a hacerlo en lugares públicos, en cualquier momento y enfrente de otros adultos, lo mejor es que busques una manera de distraerlo sin agresividad: por ejemplo, dale un juguete o algo de comer que le guste. Seguramente preferirá estas opciones y se olvidará de la masturbación.
Es muy importante hacerle notar, eso sí, que masturbarse es un acto privado que sólo debe hacerse en la intimidad, y que nadie más que ellos mismos, excepto mamá o papá cuando lo bañan o el doctor cuando lo revisa, puede tocar sus genitales.
A partir de los seis años, más o menos, los niños que se masturban en público (por ejemplo, en la escuela), puede ser que estén sufriendo de ansiedad. En este caso tienen que preguntarse cómo van las cosas en casa: ¿vive en un ambiente agresivo o incluso violento?, ¿le están prestando suficiente atención?
En este caso les recomiendo que hagan una seria autocrítica y si descubren que no todo está bien en casa acudan con un especialista para que les ayude.
Recuerden que quienes la pasan peor siempre son nuestros hijos, y en cuanto ellos perciban un mejor ambiente en su hogar es muy probable que dejen esta conducta.
¿Si un niño lo hace, quiere decir que ha sufrido abuso sexual?
Los especialistas están de acuerdo en que un niño o niña que ha sido víctima de abuso sexual tenderá a retraerse, a encerrarse en sí mismo, tendrá problemas para dormir y quizá mojará la cama.
La masturbación, por el contrario, es una manera de aliviar tensiones y producirse placer, por lo que no tiene por qué relacionarse con un evento tan traumático como un abuso sexual.
Recuerden que: Conforme su niño vaya creciendo y deje de serlo, tendrá cada vez más curiosidad con respecto a los temas sexuales, y siempre será mejor que ustedes le aclaren sus dudas con la mayor apertura e información posible, a que averigüe las cosas de fuentes que sólo le pueden traer confusión.
Por ejemplo: la pornografía, que suele representar las relaciones sexuales de manera violenta y retratando a la mujer como un objeto.
De regalo
Si eres de los tres primeros que nos escriban a [email protected] y nos dices qué te ha parecido el tema de la columna de hoy, ya ganaste un ejemplar de ‘El club de los tenis rojos’, cortesía de El Gráfico y Penguin Random House. ¡Mucha suerte!