Cazador de imágenes y noticias

Al día 04/10/2016 05:00 Tanya Guerrero Actualizada 05:00
 

Sus ojos escribieron la historia mientras desde la banqueta, otros la veían pasar.  Es fotoperiodista desde hace más de 70 años, 65 de los cuales ha trabajado para EL UNIVERSAL, donde sigue colaborando actualmente. Ganó el Premio Nacional de Periodismo en 1980 por su trayectoria profesional. Las pláticas con don  Jesús Fonseca y Juárez  son amenas e infinitas, por el bagaje de pericia que resuena en sus palabras. 

Para él, un fotógrafo de prensa es un visionario. Una persona que dispara en el momento exacto para captar esas estelas fugaces de luz que pasan frente a sus ojos.

Es alguien que plasma en una imagen una realidad que representa una fracción de segundos. El fotógrafo que es periodista está siempre alerta porque es un ser humano hipersensible.

“Tiene la capacidad de encuadrar en cuestión de segundos la realidad. En un cuadro encierra de manera estética, con base en la composición de la imagen, los momentos importantes”, comenta el decano de la fotografía de prensa, quien además de tomar imágenes de deportes, cubrir eventos de política y asuntos policiacos, se especializó en temas de alta sensibilidad social.

De entre los cientos de historias que este hombre de 89 años tiene guardadas en su lente, la más impresionante es la que demuestra que don Jesús era un hombre adelantado a su tiempo.

Antes de las diez de la mañana del 19 de mayo de 1962 salía del periódico cuando, de pronto, comenzó a temblar. Lo que al principio parecía un movimiento telúrico leve, se convirtió en un terremoto que llenó de terror a las personas. Jesús plantó bien sus pies sobre la calle  Bucareli, esquina con Reforma y tomó siete fotos. No más. 

Regresó a revelar e imprimir esas imágenes para respaldar la nota publicada en el periódico. A las 11 de la mañana los voceadores de  El Gráfico  disputaron la publicación de lo que dos horas antes aconteció en la ciudad para venderla y los periódicos se acabaron inmediatamente.

“Hace 50 años era impensable tener las fotografías publicadas así de rápido porque el proceso de revelado era muy tardado. Ese día, de lo que tenía miedo era de que se me cayeran los cables encima, pero lo importante era fotografiar el momento”.

El riesgo en un incendio y las balas que pasan frente a tu nariz son parte del peligro que vive un fotoperiodista en la calle. Con el tiempo, estas experiencias se transforman en capacidad y madurez. 

El 23 de septiembre de 1968, Jesús Fonseca se ayudó de ese olfato periodístico del que sólo pocos se pueden vanagloriar. En las inmediaciones del Instituto  Politécnico Nacional, cerca del Casco de Santo Tomás, una balacera con la policía montada y miembros del Estado Mayor, dejó a don Jesús, redactores y otros reporteros, en medio de las balas.

“Me tuve que refugiar en un carro sin puertas que traían los policías, parapetado viendo cómo el motor del camión recibía las balas”. 

En aquel momento, el fotoperiodista cargaba una cámara réflex de 35 milímetros, a diferencia de otros días que se acompañaba de una Speed Graphic 6x9 centímetros, que pesaba alrededor de 3 kilos y era exclusiva para prensa.

Este hecho fue uno de los que anticiparon la matanza del 2 de octubre de 1968, del cual Jesús también fue testigo y fotógrafo.

Los detalles de los eventos y el conocimiento que durante su trayectoria ha obtenido, es algo que don Jesús disfruta transmitir a las nuevas generaciones.

“Siento que  la experiencia que he adquirido debe ser transmitida a los jóvenes para encauzarlos y prepararlos en este trabajo tan complicado, pero tan apasionante a la vez”.

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