Muchos mexicanos tienen la idea equivocada que en México predomina el esquema de la familia tradicional y que las relaciones amorosas de las que surgen la mayoría de las familias se apegan a tener a papá, mamá e hijos, pero desde hace 20 años las cosas han cambiado.
Según datos oficiales, existen 28 millones de familias en México, pero sólo la mitad de estos hogares son de esquema tradicional, la otra mitad está compuesta de forma monoparental, es decir, sólo hay un padre o una madre a cargo de los hijos.
Lo interesante es que las relaciones amorosas han sido las que, al cambiar, han modificado la estructura de la familia, pues los 14 millones de familias monoparentales conformadas de un padre/madre y los hijos son producto de por lo menos tres tipos de relaciones:
De las familias compuestas, formadas por parejas con hijos, producto de otras relaciones; de las familias ampliadas, donde una familia nuclear integra abuelos, tíos, etc., y de correlacionales que no tienen ninguna línea de parentesco.
De hecho, especialistas en Derechos Humanos estiman que entre las monoparentales, un gran número son homoparentales, están formadas por parejas del mismo sexo, pero que no se reconocen por cuestiones sociales y culturales.
La diversidad sexual, las nuevas formas de amar y de hacer relaciones entre personas heterosexuales y homosexuales al igual, están formando una nueva sociedad mexicana.
Por ejemplo, en Quintana Roo, Durango y la Ciudad de México ya aprueban las uniones entre personas del mismo sexo, y tan sólo en la capital, tres de cada 10 matrimonios ante el Registro Civil son de homosexuales.
Lo que los especialistas en diversidad sexual señalan como algo que debe quedar claro en todas las personas es que la familia es un proceso evolutivo, una construcción social que va adquiriendo rasgos distintos, y mientras se tenga la idea equivocada de que la familia es simplemente un modelo, no se llegará a ser una sociedad tolerante e incluyente.
En la historia de México, los cambios en ese ámbito se han visto como un tema espinoso, que ha tenido una transición larga y difícil, que le falta reconocimiento social y gubernamental.
Las familias de corte tradicional siguen considerando que son mejores, que además sólo ellas son las familias reales y hacen menos a los hijos de las familias compuestas, ampliadas o correlacionales, lo que genera, además de ignorancia, falta de sentido igualitario.
En Estados Unidos, Canadá y Alemania se da seguimiento al impacto psicosocial de las nuevas familias, por ello, los sexólogos afirman que es necesario escucharlas, ver cuáles son sus circunstancias y demandas, ya que en la medida en que empecemos a escuchar, vamos a darnos cuenta que todos vivimos las mismas circunstancias, pues no están tamizadas por la preferencia sexual.