luto

Decenas lloran partida de Mara, en Xalapa, Veracruz

“Mi niña, mi niña”, era el lamento de su madre que se oía una y otra vez

(Foto: Miguel Carmona | El Gráfico)

Al día 18/09/2017 08:34 Actualizada 11:00
 

Edgar Ávila

El viento sopló con fuerza y los cientos de rehiletes multicolores colocados en las tumbas giraron y giraron mil veces, como la vida misma: era la forma como era recibida Mara. 

Los rayos del sol jamás lograron calentar los corazones de la familia de la joven universitaria que fue asesinada a manos de un chofer en Puebla.

El hoyo en medio del montículo del panteón Bosques del Recuerdo, en Xalapa, Veracruz, esperaba los restos de la joven de 19 años, cuya partida rompió el corazón de miles de personas.

Decenas de familiares, amigos e incluso desconocidos se unieron para decirle adiós a Mara, que se convirtió en la hija de todos los que llegaron a decirle adiós.

Karen, su hermana mayor, con el rostro limpio de tanta lágrima que escurría por sus mejillas, de repente emitía un gemido hondo que se escuchaba hasta el infinito en medio del silencio sepulcral con que era recibido el ataúd.

Su madre, Gabriela, estoica. Con lentes oscuros, rostro adusto sólo observaba, ante el silencio constante, cómo colocaban la caja de madera . Se escucharon los rezos de una mujer durante media hora: “A ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas...", decía. Rogaron a Dios por el eterno descanso de la joven que abandonó Xalapa para estudiar Ciencias Políticas en Puebla, con la esperanza de mejores estudios y una mejor vida lejos de tierras violentas.

Otros jóvenes cantaron alabanzas pero todos rompieron en llanto cuando surgió una imploración a los cielos: "Llévame al cielo oh señor / porque morir es con mucho lo mejor”.

El dolor contenido salió de lo más profundo del alma, los rostros contraídos, las lágrimas cual río y dos palabras no dejaban de repetir, mientras acariciaban el féretro: "mi niña, mi niña, mi niña".

Ver bajar los restos en medio de la tierra, fue el verdadero adiós, dejar que el cuerpo de Mara se convierta en polvo y su alma vaya al cielo con el viento, el mismo que hacia girar los rehiletes.

(Foto: Miguel Carmona | El Gráfico)

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