Anticongelante para el alma

Al día 11/01/2018 08:00 Roberto G. Castañeda Actualizada 08:08
 

No te echaré de menos en marzo y mucho menos en noviembre. No me echarás de menos los sábados de Netflix. No te echaré de menos en las tardes de febrero. No me echarás de menos cuando te regalen chocolates y una taza envueltos en celofán.
No te extrañaré al despuntar el alba durante el invierno. Ni me extrañarás cuando te frotes las manos debido al frío de tu corazón. No pensaré en ti al transbordar de estación en el subterráneo. Y no pensarás en mí cuando mires por la ventanilla del taxi. Y tampoco te cimbrarán los besos más urgentes al volver de viaje.
No te echaré de menos cuando maúlle Merlín a enemigos imaginarios. No te haré falta cuando saques a pasear a Rizo y Pepper. No nos echaremos de menos cuando el perro olvido empiece a cavar un agujero junto a la sábila en el jardín de la abuela.
En cambio, te extrañaré en el último día del calendario. Y pensarás en mí cada que te masturbes desnuda o te des un baño de burbujas.
Te pensaré de más en tu próximo cumpleaños. Y tú no me sacarás de tu mente cuando te regalen un ramo de azucenas o una antología de poemas.
Te echaré de menos cuando pida nuestro coctel favorito en el bar Milán. Y me añorarás al percibir el aroma a café en aquella mesita de la esquina en la que tallaste con un pasador el signo de infinito.
Pero como bien ha resuelto Dante Guerra, espero que no se te ocurra regresar: "Colgaré un cartelito preventivo/ que diga "ábrase en caso de emergencia"/ y lo colocaré en la maleta que dejaste/ con las escasas pertenencias/ que no cupieron cuando decidiste mudarte./ Te llamaré mañana... no, claro que no./ Te llamaré 'olvido' de aquí en adelante/ y compraré anticongelante para tu pinche alma/ por si cualquier día se te ocurre volver/ y te inventes un motivo para brindar". 

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Por supuesto que te echaré de menos en el cine o el parque, también en aquella banquita en la que nos sentábamos a mirar la gente pasar. Te echaré de menos en el sofá, mirando Netflix en pijama. Me harás falta en las madrugadas frías y en los caminos llenos de otoño o en el viento cálido de mis primaveras.
Te extrañaré cuando se me vaya extinguiendo esta cursilería y recupere al cretino que te dejó partir. Te pensaré de más cuando escuche a Calamaro o a Enjambre.
Desde luego que me pensarás cuando te pruebes el vestido de noche para la graduación de tu prima y te haga falta una opinión "sincera, pero no culera". Y recordarás mi voz terrible cuando cantes "Los Cadillacs tocando para vos, los Cadillacs tocando para vos" en el karaoke familiar. También me echarás de menos el día que estrenen otra peli de Star Wars o la nueva temporada de "Black Sails". Volveré a tu mente cuando hagas palomitas en el microondas o al comer pizza de salami con champiñones. Sí, volveré a tu mente con los remolinos de otoño y el sol de verano y las cosas simples que hacíamos los viernes por la tarde. Y te costará trabajo imaginarme rasurado, sin la barba que cultivé en estos años.
Está claro que te imaginaré leyendo a García Márquez junto a la ventana, mientras la lluvia parece una canción de Los Impacientes. Será inevitable que te recuerde cada que escuche a Sabina, como cuando cantabas quedito y cerrabas los ojos recargada en mi hombro. Está claro que la ausencia es como una plaga en la cocina, que se esconde en los rincones, que es tan incómoda y difícil de erradicar.

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Mientras pasan los días y tu olvido se va haciendo humedad en las paredes, esperando el próximo temporal, trataré de  reparar la gotera de la regadera que tantos insomnios te provocó.
Pintaré de negro la recámara para olvidarme de los sueños en technicolor. Clausuraré la ventana para no imaginar que eres tú la que va en aquella bicicleta. Sacaré tu imagen de mi espejo, voltearé el colchón esta noche y tendré que lanzar por el balcón la última mentada que me dejaste por si se ofrecía.
Miraré por última vez tu foto y habré de quemar tu pasaporte ya vencido, para que no regreses a esta aduana ni a esta zona de desastre que es el maldito olvido. Subastaré al mejor postor, el cartel de "500 días con ella" autografiado por Summer. Izaré la bandera de la Alianza Rebelde y me atrincheraré para defender el último reducto que no invadió tu lado malvado.
Venderé el sofá en el que te sentabas a leer, pero antes voy a regalar las camisas que me manchaste de carmín. Tiraré al cesto de basura la linaza que nunca usaste para bajar los 'dos kilos' de peso que te sobraban. Y con parte de ese dinero iré por un boleto sin regreso a la chingada. Con las monedas que me sobren compraré anticongelante para tu pinche alma, por si algún día te da por regresar. "Sacaré tu imagen de mi espejo,/ exorcizaré tu ausencia/ con buches de ron Zacappa/ y humo de incienso nuevo./ Voltearé nuestro colchón/ y pondré en cloro las sábanas/ que aún guardan el aroma/ de esas noches de sexo/ que seguiré echando de menos./ Compraré anticongelante/ para tu pinche alma/ por si un día o cualquier tarde/ se te ocurre regresar/ y te inventes un pretexto/ para brindar por el pasado".

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