"¿Para quién?" Por Lulú Petite

Y que me preguntan el otro día: ¿Para quién escribiste tu libro? Así nomás, a quemarropa...

Lulú Petite
Viral 24/10/2013 05:47 Lulú Petite Actualizada 06:00
 

Querido Diario:

Y que me preguntan el otro día: ¿Para quién escribiste tu libro? Así nomás, a quemarropa.

¡Ay güey! ¿Para quién? De esas veces que, después de ta-ta-tartamudear treinta segundos frente al honorable sínodo, no te queda sino decir: -Esteeee... ¿me puede repetir la pregunta?-, para no responder que no tengo ni puta idea.

Generalmente no me siento a escribir pensando en para quién lo hago. Trataría de imaginar a un lector o una lectora, de entre veinte y sesenta años, con ganas de una lectura ligera. Escribo sin más pretensiones que contar anécdotas, robar una sonrisa, provocar alguna fantasía erótica, hilar una historia y, a veces, inspirar una que otra chaqueta, pero de eso a saber para quién escribo hay una distancia enorme.

Creo que esa fue, desde el principio, una de las dificultades a las que tuve que enfrentarme antes de comenzar a poner letras sobre papel. No sabía a quién le estaba hablando, con quién me comunicaba, quién era el lector.

Por eso para escribir esta colaboración inventé un “Querido Diario”, alguien a quién contarle todo. La mayoría de las veces imagino que le estoy contando las cosas a Mat, mi amigo. Otras veces escribo hablándole al protagonista de la historia, un cliente o un novio. En esos casos, narro en segunda persona: “Te vi, te toqué, te besé, me hiciste, me cogiste”.

Cuando comencé el libro comprendí que debía mantener la misma idea, escribir como si se lo estuviera contando a alguien, a un amigo. De nuevo escogí para eso al mejor que he tenido, aunque esté muerto: a Mat. Él alcanzó a leer prácticamente todo el libro y supo cómo iba avanzando su publicación. Cuando murió, poco antes de que entregara el primer borrador, tuve que cambiar algunas partes para darle sentido, a eso que nunca lo tuvo, su partida.

Con Mat platiqué varias cosas cuando releíamos, agregábamos o borrábamos palabras, páginas o capítulos enteros. Decíamos que en el libro iba a contar la neta, con claroscuros, de lo que ha sido mi paso por la prostitución y los retorcidos caminos que me trajeron donde estoy. Recuerdo que durante esas conversaciones si pensábamos en las personas que podrían interesarse en leer lo que estaba escribiendo, así que haciendo memoria y, respondiéndole a destiempo a mis amabilísimas sinodales, creo que no sé a quién va dirigido, pero si quién me gustaría que leyera “Los secretos de Lulú Petite”:

 1) Las mamás. Nadie aprende en cabeza ajena, pero hay caminitos que, cuando se repiten, llevan a resultados similares. Si una mamá lee el libro y se da cuenta de que está a tiempo para evitar que su hija (o hijo) escape de casa muy joven, para mí será satisfactorio. Las mamás deben tener mucha comunicación con sus hijos. La palabra es la base del amor.

En el libro cuento cosas muy difíciles que viví con la mía. Creo que no cuento la historia de una chavita rebelde, sino de una prófuga. No soy esa niña de las ferias, que por desobedecer a sus padres fue convertida en una horripilante tarántula. Aunque mi historia esté llena de telarañas, alacranes, sanguijuelas, tepocatas y víboras prietas (que Fox me perdone), creo que me he esforzado más en librarlas que en convertirme en una. Si de esta lectura una sola mamá aprende a escuchar a sus hijos y los cuida, habrá valido la pena escribirlo. Has de saber que, al menos yo, me reconcilié con mamá.

2) Las mujeres jóvenes. Especialmente las que piensen que ésta es una bonita forma de vida. Me gustaría que, entre broma y broma, se den cuenta de que, como lo digo una y otra vez, putear es nadar con cocodrilos y de esto nadie sale sin que al menos te mastiquen la autoestima. Si pudiera volver a empezar, te juro que me iba por otro camino.

3) Los hombres: Los papás, los hermanos, los tíos, los amigos. Que les ayude a recordar que, detrás del glamour, de los cuerpos esbeltos y las caras bonitas, el mundo de la prostitución de lujo y en la prostitución en general, están tratando con seres humanos e historias complejas y que, por duro que les parezca, no somos tan distintas a sus hijas, esposas, hermanas, sobrinas, amigas. El trabajo sexual es un trabajo y quienes lo ejercemos somos personas con sueños y esperanzas.

4) Las y los “rescatadores” de prostitutas. La trata de personas es un delito terrible que se debe erradicar, pero no todas las prostitutas somos víctimas ni todos los clientes son unos villanos con el corazón podrido y demonios entre las piernas. Cuando se insiste en medirlo todo con la misma vara, en abolirlo todo, lo que se logra es mandar a la clandestinidad lo que hoy se hace con más garantías y seguridad. No reconocer que hay quienes ejercemos libremente este oficio es caminar como cangrejitos.

5) Principalmente me gustaría que lo leas tú. Es un libro honesto, lo que cuento es una historia cien por ciento verdadera, escrita de un modo que pretende divertirte, ser amena y narrar, con un poco de humor, dos pizcas de lagrimita Remi y otras tantas de erotismo, la increíble y triste historia de cómo la cándida niña de la escolta, terminó vendiendo las nalgas. Más allá de cualquier reflexión, estoy segura de que te vas a divertir.

De eso se trata la vida ¿No?

Un beso

Lulú Petite

 

 

Google News - Elgrafico
Temas Relacionados
Lulú Petite

Comentarios