En Cuernavaca
Suaves y sanadoras carnitas, en La Banquetera de Morelos
Si no te gustan las ‘Carnitas El Doc’, ¡no las pagas!
(Foto: Moisés Sánchez/ El Gráfico)
Con un cuchillo bien agarrado por el mango, Laura Pacheco comienza a preparar una orden de costilla de puerco, el plato más pedido en “Carnitas El Doc”.
Una serie de golpes resuena en el pequeño cuarto: la afilada hoja de acero cortó e hizo incontables pedazos de lo que bien podría ser considerado un manjar.
En la entrada, un cerdo de caricatura ataviado de doctor da la bienvenida. Adentro, Laura, con las manos ocupadas, confiesa que sus carnitas son únicas, se preparan con una receta secreta, heredada por el abuelo de su esposo, Efrén Briviesca López.
“Los clientes me dicen que las carnitas de aquí les gustan mucho. Nunca se han enfermado, porque manejamos una calidad en la carne y en la salsa”, dice Laura, orgullosa de sus palabras.
El abuelo de Efrén comenzó con el negocio en 1942, en la capital del país. Pero en 1984 se mudaron a Cuernavaca, donde Efrén Briviesca García, el padre de su esposo y veterinario de profesión, le puso “Carnitas El Doc”, por obvias razones.
Con un caminar lento, Efrén llegó al negocio; la carne estaba recogida y la cortina del inmueble, a escasos momentos de bajar. Revela que él toda su vida se ha dedicado a la venta de carnitas. Más que una actividad comercial, para él esto es un arte.
La carne que vende es suave; antes de estar en la boca de sus clientes, pasó al menos seis horas de cuidados y preparación.
“El secreto es una salsa llamada lío, por lo complejo que resulta elaborarla”, asegura antes de comer un taco de chicharrón que seguro preparó horas antes.
Los clientes le piden herede el conocimiento. Maricarmen, de 21, es su hija mayor, y ha aprendido a hacer carnitas.
“Es un oficio que, aunque tenga la carrera, debe aprender, para seguir la tradición”, comenta Laura, para luego decir que Maricarmen estudia la licenciatura en Derecho.
De lunes a domingo, de 10:00 a 17:00 horas y entre semana de 9:00 a 16:00, Laura y Efrén atienden a la gente en Acapatzingo, pero proyectan mudarse pronto.
“Bueno, tenemos planeado poner un negocio más grande; nuestro plan, idea e ilusión es un negocio grande”, dice Laura, aunque Efrén no cree en las sucursales, pues considera que se pierde el sabor de la comida.
Además, Efrén espera ofrecer un chicharrón que es casi inexistente en Cuernavaca: el sancocho. Sin embargo, sólo tendrá una oportunidad de aprender a hacerlo.
“Es un secreto que los buenos sancocheros guardan con recelo. Viene el cumpleaños de mi papá, el 18 de junio, y mi tío Luis podría enseñarme”, dice entusiasmado, pero consiente de que es la única oportunidad. Su tío tiene demencia senil.
Con la sonrisa que siempre acompaña su rostro, Laura termina de ordenar las cosas para cerrar, pero lanza un reto, como poniendo un punto final a la historia:
“Que venga la gente a comer, si no les gusta, que no me paguen”, ríe, pues sabe que es imposible que eso pase.
¿Dónde?
Avenida Díaz Ordaz número 55, colonia Acapatzingo, en Cuernavaca. De lunes a domingo, de 10:00 a 17:00 horas y entre semana, de 9:00 a 16:00 horas.