Dan último adiós a Villano III, leyenda de la Lucha Libre

Un silbido rompió el silencio, dicen que así entraba el Villano III a los vestidores y cuando lo escuchaban, el ambiente cambiaba, compartir cartelera con él era un honor y lo recibían con una sonrisa.

Así que la tarde de ayer, la de su último adiós, no se salvó de una tristeza sincera y real, ante la ausencia de Arturo Díaz Mendoza.

El cielo se contagió del luto y pobló de nubes grises el horizonte, mientras acompañaba el andar de la caravana fúnebre del enmascarado, a quien ya lo esperaban sus padres en el Panteón Francés, el destino elegido para entregar los restos de un hombre que se jugó la vida en cada batalla sobre el ring de paga. 

Azotada por la nostalgia, la despedida estuvo llena de paz y cariño, hacia el recuerdo imborrable del heredero de Ray Mendoza.

Si se ponía atención al silencio en el Panteón Francés, se alcanzaba a escuchar el eco del “Villano, Villano”, que desde el lugar donde alguna vez vibró el Toreo de Cuatro Caminos, emergía para decirle adiós y al mismo tiempo darle una cálida bienvenida a uno de sus respetados inquilinos. 

Al héroe de carne y hueso que protagonizó cientos de hazañas en el cuadrilátero, lo despidió, sobre todo, su familia, un clan encapuchado que no podía homenajearlo de otra manera, sino protegiendo la incógnita con la que enfrentan la vida, siguiendo el ejemplo que el “Pantera Rosa” les dio en más de cuatro décadas de azotones llenos de pasión.

Así se fue el adiós del gran Villano III, un tipo que se fue sin deuda alguna con la lucha libre, a cambio, dejó páginas inolvidables que nada podrá borrar en la historia de los costalazos.