Los hombres golpeadores tienen en común características que los hacen propensos a la violencia. Me refiero a hombres porque la gran mayoría de casos de abuso se cometen contra mujeres. He aquí algunos rasgos.
Baja autoestima. Podrá parecer rudo y seguro de sí mismo, pero utiliza estas actitudes para fortalecer su ego y esconder sus debilidades. En realidad, su conducta tipo “macho” es una manifestación del refrán: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Si hace un gran esfuerzo por mostrarse seguro, es probable que esa seguridad sea ficticia. Su afán por controlar a la víctima puede ser un temor a que lo abandonen.
Celos enfermizos. Desconfía de su compañera a un nivel patológico. Es posesivo y normalmente para él los celos son una expresión de amor por su pareja. La violencia derivada de los celos tiende a escalar: lo que inicia con un empujón, deriva en una bofetada, luego en un golpe en la cara o una patada en el estómago.
Control y dominio. Es fanático del control. Decide por ella, elije su ropa, retiene el dinero de su novia o esposa y controla sus tiempos de llegada a casa. Le gusta dominar con la fuerza. Tiene la certeza de que los demás están en este mundo para satisfacer sus necesidades.
Crueldad hacia los niños. En casa se ofende con gran facilidad. Se toma las cosas de manera personal y expresa su molestia con lenguaje y conducta agresivos. El abuso verbal tiene el propósito de intimidar a los demás. A veces, la víctima no deja al golpeador por temor a que sus hijos vivan sin padre o a que su vida sea peor sin él. Pero los niños expuestos a violencia constante tienden a desarrollar trastornos emocionales como depresión, ansiedad o comportamiento violento hacia sus propios hijos.
Ausencia de responsabilidad. Atribuye a su pareja o hijos cualquier cosa que le moleste: “Tú tienes la culpa de que te golpeara, por actuar de esa manera”. Ninguna acción provoca o justifica la violencia. Curiosamente, un golpeador sólo es violento con su pareja e hijos.
Malas estrategias de comunicación. Su principal modo de expresar su enojo, frustración, incomodidad o dolor es con amenazas. Debido a su actitud machista, está convencido de que expresar sus ideas o sentimientos calmadamente es un signo de debilidad.
Aislamiento de la pareja. El golpeador aleja a su pareja de familiares y amigos porque así tiene mayor control sobre ella. Si ella tiene amigos varones, es probable que la acuse de ser una “zorra”. Argumenta que la aleja de los demás “por su propio bien”. Otras formas de incomunicar a la pareja es prohibirle hablar por teléfono, usar el auto e ir a la escuela o trabajar. El encierro promueve la dependencia y hace más difícil que la mujer deje al golpeador.
Doble personalidad. Un golpeador es tan buen actor y esconde con tal facilidad sus atributos negativos, que muchos lo consideran un novio o esposo ejemplar. Sólo deja salir su violencia con su pareja e hijos. Esto impide que la víctima tenga apoyo y credibilidad. La psicoterapia puede ayudar a un golpeador a percatarse de la seriedad de sus acciones y a hallar formas de dejar su compartamiento abusivo. La terapia puede ayudar a reparar sus relaciones con los afectados por su conducta.