La adicción a los videojuegos entre muchos niños, jóvenes e incluso adultos es un tema de preocupación y la Organización Mundial de la Salud (OMS) la califica como enfermedad mental.
Los síntomas, dice la OMS, van de alteración de capacidad de controlar el juego, prevalencia sobre intereses y actividades hasta el punto que deriva en malestar o funcionamiento alterado, y un comportamiento lúdico a pesar de sus consecuencias negativas.
Existen señales de alarma que revelan que un niño padece adicción a videojuegos:
· ¿Se ha alejado de deportes, reuniones o actividades que no son juegos de video?
· ¿El niño actúa principalmente con compañeros de la comunidad electrónica?
· ¿Ha disminuido su rendimiento académico, mientras el interés por los videojuegos aumenta?
· ¿Ocupa el videojuego la mayor parte de su tiempo libre?
· ¿Los videojuegos alteran sus patrones de sueño?
Si alguna respuesta es afirmativa, es posible que el niño esté desarrollando una adicción a los videojuegos.
Es vital prestar atención a las reacciones emocionales cuando el niño no puede participar en esos juegos de video:
Un adicto por lo general se enoja, se muestra ansioso o alterado al pensar en que debe alejarse de los juegos de video durante poco tiempo. Es un trastorno adictivo y para sus víctimas es difícil reducir el tiempo que dedican a los videojuegos durante cada día.
Es importante señalar que la adicción a los videojuegos puede afectar la salud física, debido a la naturaleza sedentaria de la mayoría de los juegos.
Las personas adictas tienden a realizar poca actividad física, lo cual conlleva el riesgo de aumentar el índice de masa corporal y aumento de obesidad, presión arterial alta, problemas hepáticos y diabetes tipo 2.
La Academia Americana de Pediatría dice que sobre el tiempo frente a pantallas digitales: Menores de 18 o 24 meses no deben usarlas, niños de 2 a 5 años no más de una hora diaria.