"Ya el tiempo dirá" Por Lulú Petite

Levanté un poco la falda y sus dedos quedaron sobre mi lencería

Lulú Petite
Viral 11/04/2013 06:30 Lulú Petite Actualizada 12:29
 

Querido Diario:

 

Lo primero que hizo, después de pagarme, fue apretarse contra mi espalda, de pie, arrimar su sexo a mis nalgas y acariciar mi pubis sobre la falda, metiéndome la mano y la tela entre las piernas. Levanté un poco la falda y sus dedos quedaron sobre mi lencería. Acarició un poco sobre mis labios vaginales con sus dedos, anular y medio, provocándome una inesperada excitación, debida tal vez al atrevimiento. Puso entonces sus pulgares en los contornos de la lencería y comenzó a bajarla hasta llevarla a mis tobillos. Para ese momento él ya estaba de rodillas detrás de mí. Me dio un beso en las nalgas y después me volteó despacio y se quedó mirando mi pelvis sin calzones, con el vello recortado, castaño y limpio, coronando la cabeza de mi vulva que apenas se asomaba entre mis muslos. Acercó su nariz y aspiró.

 

-¡Delicioso!- Dijo sonriendo.

 

Llevó a su boca mi pubis y así, de rodillas, puso sus manos sobre mis nalgas y apretó mi sexo contra su cara. Sentí su lengua húmeda abrirse paso entre mis piernas. Entendí la intención y las separé un poco. Mientras él hurgaba, me saqué el vestido por arriba y me desabroché el sostén quedando sin más ropa que mis tacones.

 

Después de un rato de jugar con la lengua, se puso de pie. Él seguía vestido y yo completamente desnuda. Se quedó quieto unos segundos viendo mi cuerpo listo para pertenecerle. Luego comenzó a desabotonarse la camisa sin quitarme la vista de encima, a soltar su cinturón, quitarse los zapatos, bajarse el pantalón. Todo con esas pupilas pesadas sobre mi desnudez, que me hacían sentir cachonda y acorralada.

 

Cuando se quitó el bóxer salió un enorme pene, duro, limpio, circuncidado y con una buena curvatura apuntando al techo. Hay dos clases de penes curvos. Los que tienen la curva hacia abajo como en forma de garra y los que la tienen hacia arriba, como la trompa de esos elefantitos de cerámica que dicen traer buena suerte. No sé en cerámica, pero en carne y venas, sí que son buen augurio.

 

Las curvas hacia abajo son incómodas para el sexo, como un gancho que se atora y cuesta trabajo que entre. En cambio las curvas hacia arriba pueden ser una delicia. Son rinconeras y cuando las saben mover, la curvatura ayuda a estimular la pared anterior de la vagina y, con suerte y habilidad pueden encontrar el punto G que te lleva al orgasmo perfecto.

 

La tomó con su mano y blandiéndola frente a mí, empezó a masturbarse mientras me veía desnuda. Así siguió un rato hasta que me pidió, casi gimiendo, que nos metiéramos a la cama. Se recostó junto a mí, pegándoseme por detrás, apretándome contra su cuerpo y distribuyendo en mi cuello y hombros besos desesperados. Con su mano izquierda me abrazaba y acariciaba mis pechos, con la derecha ponía sus dedos entre mis piernas y jugaba con el contorno de mis labios vaginales. Era un juego en la frontera entre lo brusco y lo bien intencionado.

 

Estiré el brazo para tomar del buró un preservativo, se lo puse con la boca y me volví a acomodar pegada a él, dándole la espalda. El me besó el cuello y me rodeó con sus brazos apretándome suavemente. Me paseó la lengua entre el hombro y el cuello provocándome escalofríos, entonces acercó sus labios a mi oído y susurrando, con una voz rasposa que me emocionaba, me advirtió:

 

-Te voy a hacer mía.

 

Puso su mano debajo de mi rodilla y jalándola hacia arriba levantó un poco mi pierna. Inmediatamente su erección ocupó el espacio abierto y pude sentir cómo entraba suavemente a mi cuerpo. Él empujaba con destreza para que poco a poco, ese miembro sólido, tibio y arterial me ocupara y satisficiera. Apreté la sábana y gruñí, sintiendo el dolor suave de ese cuerpo que se abre camino y va cediendo al placer de una invasión amigable y gozosa.

 

Me sujeté del brazo con el que me estaba levantando la pierna y, apretándome contra su cuerpo, terminé de clavármela toda de un golpe. Sentí riquísimo el leñazo de su miembro hasta el fondo de mi cuerpo. Sentí como la curvatura que hacía un gancho de su pene, jalaba un poco cada que él se movía. Era una sensación brutal, en el que cada embestida era una experiencia mágica. El orgasmo fue tan intenso, que perdí la fuerza de mis músculos y me dejé llevar, como si una ola grande me hubiera atrapado en marea alta. Grité.

 

Fue la primera vez que lo vi y, probablemente, será la última. Uno de esos clientes que se animaron a hablarme después de pensarlo mucho. Le divierte leer lo que escribo y siempre quiso averiguar en carne propia qué tan real es esto que cuento. Estoy segura que, igual que yo, se fue complacido.

 

Antes de despedirnos me dijo que había llamado porque quería conocerme antes de que colgara las tangas y me dedicara sólo a mi nuevo trabajo “decente”. Empiezo en un par de semanas, pero mis horarios son flexibles y creo que, como lo hice con la escuela, podré equilibrar mis tiempos para trabajar de aprendiz bien portada en la oficina y seguir puteando alegremente con ustedes. No pienso retirarme de inmediato ni perderme por ahora del placer físico y la estabilidad financiera que me da mi oficio. De cualquier modo, ya el tiempo dirá.

 

Hasta el martes

Lulú Petite

 

 

Google News - Elgrafico
Temas Relacionados
Ya el tiempo dirá Lulú Petite

Comentarios