Al igual que tú, como tus padres, como el vecino, la cajera del supermercado, el voceador, la enfermera, el policía, los maestros activos o en paro, el licenciado o aquel arquitecto, la mesera y cualquier estudiante, siempre he sido un número.
No importa el nombre, lo que cuenta es la matrícula, la cantidad que debes, los intereses que pagas, el número de cuenta, el número en la lista, el tanto por ciento de una encuesta o un turno en el banco. Para todo nos asignan un chingado número.