En 16 años, el Congreso había pulsado su fuerza con el Ejecutivo federal, a partir de un cambio fundamental: el partido del Presidente dejó de tener el control, primero de la Cámara de Diputados, y ya en este siglo del Senado.
Ningún partido tiene mayoría absoluta, y eso determina que legislar sea una tarea colectiva, como es la esencia de ese poder, donde antes el primer legislador era, a la vez, el jefe del Ejecutivo.