Si la sustracción de 10 niños de un Centro de Desarrollo Infantil de Cuernavaca fue, como aseguran en la casa de gobierno de Morelos, un falso secuestro para extorsionar a sus padres, muy grave es que las autoridades del estado no sean capaces de garantizar la seguridad ni siquiera en las escuelas, y que la delincuencia ya no tenga consideración alguna ni con los más inocentes e indefensos de nuestro lastimado y fragmentado cuerpo social.