Jugar es parte esencial del sano desarrollo de un niño. El juego promueve el crecimiento emocional, social e intelectual. En lo emocional, al ganar en el juego, el niño obtiene un sentido de satisfacción y logro. Como algunos juegos involucran el manejo rudo de objetos, como un martillo de juguete, el niño canaliza su agresividad y esto puede evitar la destructividad, el mal humor y la irritabilidad.