Es bebida sagrada. Eso dice la tradición. Esencia misma de Mayahuel, la diosa del maguey, quien con cada gota de su néctar dotaba de vitalidad a los pueblos. Aunque el carácter casi divino, atribuido al pulque, no le exime ahora de regular los puntos de venta.
Las pulquerías han sido, durante generaciones, punto de encuentro donde se mezclan risas, historias y, por supuesto, curados en sus diferentes presentaciones. Han formado parte del paisaje urbano desde hace más de dos siglos y todavía sobreviven algunas de 1903.
Su presencia requiere control, como lo ha sido con otros establecimientos, entre ellos bares y cantinas, integración a un orden legal en aprovechamiento de una mayor confianza ciudadana en la seguridad.
Vivir en sociedad representa el cumplimiento de reglas, para una sana convivencia basada en la cultura cívica y de la legalidad.
El programa “La Noche es de todos” ha llevado al cierre de unas 15 pulquerías por irregularidades, como la carencia del permiso de impacto zonal, un documento expedido a negocios que transforman el entorno vecinal, como bares o antros, o del uso de suelo para un negocio de venta de bebidas alcohólicas.
No se busca atentar contra la tradición.
La jefa de Gobierno, Clara Brugada, precisó el objetivo: el cumplimiento de las reglas en cuanto a horarios o permitir el consumo de alcohol en menores de edad.
¡Ponte al tiro! La histórica bebida de los dioses puede integrarse a la modernidad y cumplir con reglas de operación que no existían hace más de 100 años.
@guerrerochipres