El proceso de divorcio de Lucía y Michel no fue fácil, pues devino de una infidelidad de él.

Pelearon legalmente más de un año en los juzgados familiares sin lograr avanzar.

Trabó mucho el proceso no la guarda y custodia de sus dos hijos, Lucy y Beto, ni la pensión alimenticia, ni el régimen de visitas y convivencias, sino el punto de la liquidación de la sociedad conyugal, al no acordar el reparto de sus bienes.

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Desesperados por no avanzar, acudieron al Centro de Justicia Alternativa (CJA) del Poder Judicial de la Ciudad de México (Niños Héroes 133, colonia Doctores, alcaldía Cuauhtémoc), para que, a través del servicio de mediación familiar que presta esa instancia, intentaran firmar un acuerdo, a través del diálogo directo entre ellos, sin abogados de por medio, y asistidos por un mediador como tercero imparcial.

Solo así avanzaron, firmaron el citado convenio de mediación y concretaron el divorcio.

Pasaron ya 10 años, y Lucía enfrenta un problema de salud que le impide cuidar ciento por ciento a Lucy y a Beto, que aún no llegan a la mayoría de edad y requieren de cuidados sin distractores.

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Por ello, Lucía pidió a Michel que se hiciera cargo de ellos, a fin de enfrentar el trance del cuidado de su salud, por lo que le sugirió cederle la guarda y custodia de ambos.

Empático con la situación de su exesposa y preocupado por el cuidado de sus dos hijos, Michel aceptó, pero acordaron formalizar la cesión de la guarda y custodia nuevamente haciendo uso del servicio de mediación familiar del CJA.

Como conocían el procedimiento, pidieron el servicio, y en una sesión firmaron y se estipuló la cesión de la guarda y custodia de Lucy y Beto a favor de su papá.

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