EN QUERÉTARO
Madrugan todos los días para recoger la basura
Se topan con todo, sorpresas e inseguridad
(Foto: César Gómez)
Paulina Rosales
El olor a basura está por todos lados. Cáscaras de plátano, restos de huevo, pedazos de papeles y trozos de ropa decoran la parte posterior de un camión recolector de casi tres metros de altura que avanza hacia Mompaní para iniciar la jornada.
Pedro y Andrés están detrás del vehículo. Su trabajo consiste en recoger las bolsas de basura en las calles y llevarlas al camión.
Jorge Sergio Hernández Irineo es el conductor de la unidad 12. “Te encuentras con un animal muerto o que la señora se enojó porque no me llevé su televisión vieja. Son una de las cuestiones que pasan a veces aquí”, dice.
Su hora de salida es a las tres de la madruga, a excepción de lunes y martes cuando se recoge la basura del fin de semana. “Las cinco de la mañana es lo más tarde y es cuando se complica la operación. Los martes tenemos contemplados dos viajes y luego a veces no alcanza, tenemos que echar uno más”.
Trayectoria. Jorge trabaja desde hace 20 años como chofer de vehículos pesados. Antes laboraba en una empresa concretera, donde manejaba una revolvedora de 14 toneladas.
Conducir, ya sea por la carretera o la ciudad, es una actividad reconfortante para Jorge y también una de las razones por las que trabaja en la recolección de basura. “Es de noche y ando bien tranquilo”, dice mientras señala otra de las ventajas: trabaja con su hijo Andrés y Pedro, su hermano.
Los tres miembros de la familia Hernández llevan seis meses en el servicio de recolección de basura. Antigüedad que la mayoría de los empleados —340, según cifras de la empresa— cumple por ser una concesión reciente. El servicio de recolección de residuos en Querétaro antes era un servicio dependiente del gobierno municipal, pero en 2016 inició la operación por parte de Red Ambiental.
En su momento, Jorge también intentó trabajar en una fábrica como obrero, pero no duró mucho tiempo por “la asfixia de estar encerrado”.
Las calles de San Pedrito Peñuelas son estrechas. La basura amotinada afuera de las calles filtra un olor que se cuela a las fosas nasales. El camión recolector era blanco, pero meses después de que las autoridades municipales inauguraron la flotilla, algunas manchas negras se han esparcido.
Cuando trabajan en las calles durante las noches, en ocasiones las personas les dan comida y les obsequian objetos. Aunque no reciben el mismo trato en todas partes. En algunas colonias, pedir un vaso de agua es impensable.
“A mí no me da vergüenza trabajar en esto”, dice orgulloso, mientras explica que una de sus hijas, hermana de Andrés, está próxima a graduarse en la UAQ.
Enfrentan inseguridad. Jorge reconoce que en algunas ocasiones llegan a enfrentar la inseguridad. En colonias del norte, donde los reportes de riña son frecuentes, el código para los trabajadores busca protegerlos.