su fuente económica está en decadencia
El sitio olvidado de la Peña de Bernal, en Querétaro
Habitantes de San Antonio de la Cal sufren desempleo y pobreza; prefieren trabajar en Bernal
Luis Sánchez, El Gráfico
Amilcar Salazar
RAMÓN GONZÁLEZ, guardameta del equipo de casa (Los Mugrosos), atrapa el balón que vuela hacia su portería, dando un salto que, visto desde atrás de las redes, parece alcanzar la cumbre de la Peña de Bernal, monolito que es considerado un símbolo de identidad por sus habitantes.
“La Peña nos da de comer, nos purifica y energiza para echarle todas las ganas”, dice Iván Olvera, estudiante y deportista nacido hace 21 años en este rincón del semidesierto queretano, situado a espaldas del Pueblo Mágico de Bernal. Su nombre: San Antonio de la Cal, municipio de Tolimán.
Acompañado de sus hermanos y compañeros de equipo, el joven dice que le gusta jugar en su pueblo, no sólo por comodidad, sino porque “la Peña nunca nos deja perder”. Y ahora mismo festeja el triunfo que acaban de obtener ante Los Cachorros, de Ezequiel Montes.
Sobre esta cancha con piso de tierra, un cielo diáfano da brillo a una desolada comunidad con 3 mil habitantes, donde la mayoría de sus jóvenes emigra o se traslada diariamente hacia lugares más prósperos como Bernal, Ezequiel Montes, Tequisquiapan, San Juan del Río o Querétaro para trabajar o estudiar.
San Antonio de la Cal tiene a su alrededor la riqueza del paisaje semidesértico, situado en el límite suroeste del Área Natural Protegida de la Peña de Bernal, extensión de 280 hectáreas que rodea al cuello volcánico con el fin de “controlar el avance de la mancha urbana y evitar la modificación de usos y destinos de la zona”.
Pero el contraste entre la precaria economía de San Antonio y la de su vecino Bernal resulta evidente: la localidad tolimense está catalogada con un grado de marginación “alto” por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval).
ENTRE DOS MUNDOS. Desempleo y emigración, contaminación y mal manejo del agua, basura, vandalismo y falta de vigilancia, se suman a los problemas que “siempre hemos tenido” (males respiratorios y oculares, incluso cáncer, por la cal), denunciaron pobladores.
“La gente sufre un choque brutal entre dos mundos: el sueño malogrado de tener empleo digno, a través de la industria extractiva, y el supuesto beneficio, que aún no vemos, del turismo de cinco estrellas de Bernal”, opina Luis Gerardo Ayala Real maestro de la UAQ.
Un documento del municipio de 2016 indica que San Antonio de la Cal enfrenta problemas graves como la pobreza, marginación y desigualdad.
EN DECADENCIA. Ancestralmente dedicado a la industria de la tritura y calcinación de piedra caliza, así como a la artesanía basada en el tejido de la vara de sauz, San Antonio sufre desde hace un lustro una crisis en ambas actividades.
Una enorme fábrica de cal en el abandono, situada cerca del Centro Cívico, recuerda a la población el fracaso de su mayor fuente laboral, pues la oferta de las dos empresas caleras que existen y otra que se dedica a extraer grava es de no más de 50 plazas.
Más allá de esto, existe un problema generacional: “Los jóvenes prefieren irse a trabajar a Bernal, en los hoteles o restaurantes, antes que trabajar en la cal o la grava, porque se les hace muy pesada esa chamba o dicen que se van a enfermar”.
(Luis Sánchez, El Gráfico)