en tres de cada diez viviendas
En Querétaro cada vez hay más mujeres jefas de familia
Según el Inegi, en Querétaro, 152 mil hogares son dirigidos por madres solteras
Foto: Archivo El Gráfico
Mílcar Salazar
En Querétaro —entidad donde tres de cada diez hogares censados por la autoridad tienen como jefe de familia a una mujer—, los varones adultos conforman una mayoría del 55% dentro del registro de personas reportadas como desaparecidas o “no localizadas” por parte de la fiscalía estatal.
De acuerdo con listados de la FGEQ en el mes de julio, el número de hombres mayores reportados como desaparecidos es de 137, pero de estos, 45 (33%) ya fueron localizados o volvieron a casa por su pie.
Si bien no existe un dato que revele el número de hombres que han dejado (por distintas razones) el domicilio conyugal, sí hay un registro de 152 mil hogares queretanos (28%) que tienen como jefe de familia a una mujer. Ello consta en la Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), misma que abarcó 533 mil hogares.
En aumento. El número de viviendas queretanas bajo jefatura femenina creció en cuatro por ciento respecto al censo de 2010, cuando el porcentaje era de 24% y la suma de hogares de 450 mil.
Aún cuando las mujeres también suelen apartarse del seno familiar, los casos son mínimos: la encuesta del Inegi registró 1.2% de hogares en los que solamente el padre reside en la vivienda, así como 2.3% donde los hijos (entre 5 y 17 años de edad) viven solos.
Las carencias económicas de muchas mujeres a cargo de sus hogares tienen otra referencia estadística en los padrones de ciertos programas de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), tales como Madres Trabajadoras y Seguro para Jefas de Familia; que en el país cubren a 6.7 millones de beneficiarias, y en el caso de Querétaro, a 132 mil 775.
Nunca tuvo carácter. Mary, es costurera de una maquiladora del municipio de Amealco, tiene 26 años de edad, pero ya lleva siete convertida en jefa de familia, tras haber sido abandonada por el esposo, a quien conoció en la secundaria.
“Nunca tuvo carácter, no le gustaba estudiar ni quiso trabajar, no resultó alguien de confiar, me equivoqué con él, pero ya me divorcié”, cuenta a las afueras de su centro laboral.
Madre de dos pequeñitos, Mary también está a cargo de su mamá, sexagenaria que se mueve en silla de ruedas y quien hace dos décadas también fue olvidada por el esposo.
La joven madre dice que sus únicas ventajas económicas son contar con una vivienda propia y un empleo estable, aunque lamenta que su salario apenas ronde los 100 pesos diarios.
“Los fines de semana sacamos ropa para vender o también nos ayudamos con la costura, pero por aquí todas saben coser, entonces no sale mucho trabajo.”