Ataques a otros conductores, ciclistas o peatones. Personas que se salen del coche para iniciar una pelea o que golpean el vehículo del otro con algún objeto, abuso verbal, gesticulación y el uso del dedo “grosero”. Agresión en las calles con choques intencionales entre vehículos. Los más furiosos amenazan con el uso de armas de fuego.
Seguramente has escuchado o vivido historias de terror que involucran a un conductor de auto rabioso. Aparecen en los titulares del periódico: “BMW atropella a propósito a motociclista que se le cerró”. “Un mujer furiosa porque un auto chocó contra el suyo, amenazó a la conductora y golpeó el coche ajeno con un bate metálico”.
¿Qué provoca la furia al volante?
• La ingesta de cafeína y nicotina, alcohol y otras drogas, además de la ansiedad y prisa por llegar al trabajo o a un evento, crean las condiciones ideales para que la adrenalina se dispare fuertemente ante cualquier provocación camino al trabajo y una persona se convierta en una bomba de tiempo en movimiento.
• El enojo que dispara la agresión cuando se está al volante, en muchas ocasiones, comienza en casa con disputas familiares. Las alteraciones emocionales en casa o en el trabajo provocan frustración y rabia, lo cual “justifica” que el agresor busque no “a quien se la hizo”, sino “a quien se la pague”.
• Tanto el agresor como el agredido que reaccionan con violencia ante un incidente menor al manejar, lo hacen para proteger o defender su ego. En muchas ocasiones, la arrogancia lleva a la confrontación violenta: “¿Cómo te atreves a golpear mi auto?”.
• La persona violenta se siente ofendida por un accidente o la forma errática de conducir de alguien más. Toma de manera personal la “falta” y agrede fuertemente al infractor.
• A veces, la furia al volante es cuestión de control y dominio. El conductor se enfurece porque se invade su “espacio personal”.
• En cualquier caso, la furia la volante y en las calles es definitivamente un problema de control de impulsos.
¿Cómo evitar la furia en el transporte?
Todas estas reacciones y sus causas también tienen lugar en el transporte público. La incomodidad, el estrés acumulado, el clima y la irritabilidad producto del cansancio con facilidad te pueden hacer explotar cuando utilizas el transporte público. Algunas medidas precautorias para evitar las ráfagas de furia, propias y ajenas, que cada vez son más comunes en nuestras calles, son:
• Planifica la ruta y anticipa posibles retrasos. Evita la prisa, pues ésta desencadena la agresión.
• Si estás especialmente cansado, enojada o intolerante, hazte consciente de esto. Evita descargar tu ira en los demás, pues hacerlo te puede poner en riesgo de ser agredido/a.
• Recuerda, todos quieren llegar pronto y bien a casa o al trabajo.
• Toma en cuenta que no puedes controlar a los demás y sus acciones, pero sí puedes controlar tu forma de reaccionar a ellos.
• Si estás alterad@ emocionalmente, tómate unos minutos antes de transportarte. Es mejor llegar unos minutos tarde, que echarle leña al fuego de tu rabia y echar a perder tu día.
• Aunque se sienta como algo personal, si una persona te agrede, piensa que está enojada por la situación y busca una salida a su furia. No es algo personal. Antes de hacer cualquier cosa o reaccionar, respira profundamente un par de veces y recuerda que moverse en transporte público es una experiencia incómoda para todos, no sólo para ti.
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