Consejos para ser más disciplinado en la vida

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(Foto: Archivo, El Gráfico)

Vida 12/03/2019 05:18 Víctor Jiménez Actualizada 09:03
 

La disciplina es la habilidad de hacer lo que debes hacer, sin importar qué deseas en realidad. Ser disciplinado implica dejar la comodidad del momento o postergar el placer inmediato para conseguir algo a largo plazo. Sí, para desarrollar esta habilidad es necesario aguantar un poco de incomodidad, malestar o desagrado. La disciplina requiere dejar la comodidad y movernos hacia la acción. Para cultivar la disciplina debemos hacer lo  necesario sin importar nuestro estado emocional, nuestros deseos o la resistencia a hacerlo.

Nadie nace siendo disciplinado, aprendemos a ser ordenados y perseverantes. Y, al igual que otras habilidades, la disciplina requiere empeño y repetición. Para volverte disciplinado también necesitas ejercitarte: hacer y no sólo pensar. Nadie logra sus metas o alcanza sus sueños sin disciplina. Sigue estas sugerencias para cultivar el orden, el método y la perseverancia:

Cambia tu percepción. Qué tan disciplinado eres tiene mucho que ver con la idea que tienes de ti mismo. Si estás convencido de que no puedes ser disciplinado, es poco probable que actúes con disciplina.

Elimina tus ideas erróneas, sólo te limitan. Todos podemos desarrollar la disciplina.

Recuerda las situaciones (aunque sean muy sencillas) en las que el trabajo constante, tu capacidad para organizarte y tu motivación te llevaron a conseguir algo importante: un certificado, un empleo o un bien material.

Aprende a aguantar cierto malestar. Una razón por la que no somos disciplinados es que constantemente huimos del malestar y la incomodidad. No hemos aprendido a permanecer con las pequeñas molestias, todas ellas soportables. En lugar de hacer un reporte o pintar una habitación, preferimos jugar video juegos o ver televisión. Huimos del esfuerzo y nos entregamos al placer inmediato. No temas al malestar, no es algo insoportable. Anímate a enfrentar las molestias, a afanarte y observa cómo se siente empeñarse. A la larga, hacer esto genera disciplina. Hazlo poco a poco y observa cómo pasado un tiempo se te facilita hacer lo que debes hacer para conseguir tus metas.

Organízate. La organización es una parte importante de la disciplina. Es un hábito que conviene aplicar a la vida personal, al trabajo y a los estudios. Organiza tus cosas, tanto en casa, como  en el trabajo.

Comienza con poco: ordena un cajón, otro día pon en orden la alacena, después acomoda tus libros y papeles o los archivos en la computadora. El orden trae grandes beneficios a tu vida. Cuando tu espacio físico está ordenado, tu mente está más relajada y puede enfocarse más fácilmente. Empieza por poner las cosas en su lugar después de usarlas.

Apóyate en listas de pendientes. Para desarrollar la disciplina necesitas saber qué es necesario hacer y después hacerlo.

Comienza cada día haciendo una lista de tareas o pendientes: arreglar tu ropa, llenar un formato o solicitud, pagar los impuestos, hacer una llamada, bañar al perro. Decide cuáles son urgentes e importantes. Estas tareas son prioritarias, hay que terminarlas todas. Ten en mente lo importante pero no urgente y decide cuándo lo vas a hacer. Evita lo no importante ni urgente, pues con frecuencia te quita el tiempo. Conforme vayas haciendo cada actividad táchala o ponle una palomita. Esto te dará una sensación de avance y logro, y te sentirás motivado para seguir sacando los pendientes.

Intentar, fallar y volver a intentar es perseverar, y esto es parte de la disciplina. Trátate bien cuando falles. Recuerda, la disciplina requiere práctica, no vas a adquirirla de un día para otro y no puedes comprarla en ningún lugar. Sólo a través de la atención constante puedes cultivarla.

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