Edúcalos con amor

Vida 05/02/2019 05:18 Víctor Jiménez Actualizada 05:24
 

Un ingrediente básico en la crianza de los hijos es el amor: el cuidado y la aceptación sin condiciones. Además del cuidado cariñoso, es necesario inculcarles el optimismo y la disciplina; orientarlos y servir de modelo para actitudes y conductas deseables. Algunas de las habilidades que se pueden infundir a los hijos a través del ejemplo son:

Inventiva e iniciativa. Enfócate en las soluciones, no en el problema. Enséñale a tu hija que lo importante es invertir la energía mental en encontrar una solución, no en repasar el problema una y otra vez. Evita culpar o encontrar culpables, esto sólo te quita tiempo y energía necesarios para encontrar una solución. Hazle preguntas a tu hija que propicien soluciones, como “¿Qué se te ocurre que podríamos hacer para reparar ese juguete?”. Dale la bienvenida a las soluciones que proponga, no las descartes. Una lluvia de ideas es parte del proceso de solución. Esto también le enseña que no hay una sola forma de resolver las cosas.

Responsabilidad. Respeta los acuerdos que haces con tu hijo, mantén tus promesas. De esta forma le  muestras que eres digno de confianza y le enseñas a ser responsable. Recoge tu plato después de comer, ordena las cosas que usaste para trabajar, mantén las cosas en su lugar. Haz lo mismo con tu hijo, al terminar de jugar, invítalo a que recoja sus juguetes o a que lo hagan juntos. Hagan algunas de las tareas de casa juntos aunque sean muy simples. Esta es una buena lección de responsabilidad.

Respeto. Asegúrate de tratar a todos con respeto y no sólo cuando tus hijas estén presentes. Evita poner a otros en ridículo (pareja, hermanos e hijos). Permíteles a tus hijas hablar por ellas mismas, no hables por ellas. No asumas que sabes lo que están pensando, lo que quieren o necesitan, mucho menos lo que sienten. Investiga, pregunta. Por ningún motivo las compares con otros niños o niñas, cada niño es único. Recuerda cómo te sientes cuando alguien te compara con otros. Acepta sus sentimientos, valídalos, hazles sentir que tienen el derecho a sentir tristeza, enojo, frustración. Evita decirle cosas como “No estás enojada” o “No te sientas triste”. Esto le confunde y le enseña a no confiar en lo que siente.

Impulsos y emociones. Enfatiza el hecho de que cada acción tiene una consecuencia (deseable o indeseable). Pero evita dar grandes lecciones morales, sobre lo que está bien o mal. Asegúrate de que se respeten las reglas y los acuerdos, pero sin ser extremadamente rígido, sin humillar o avergonzar. Algunos acuerdos se pueden renegociar. Ejercita la paciencia en las pequeñas cosas, como cuando el niño tira la leche en la mesa. De esta manera estarás preparado para enfrentar situaciones que requieren más paciencia y tolerancia. Si te muestras paciente, tu hijo aprende que todas las cosas tienen solución, que cosas como tirar la leche no es algo terrible, que todos cometemos errores. Créeme, estas son grandes lecciones de vida.

Relaciones con otros. Hazle saber a tu hija que es importante para ti. No asumas que sabe que la amas: abrázala unas seis veces al día. Los niños adquieren mucha seguridad a través de las expresiones de afecto por medio del contacto físico. Nunca le des mensajes contradictorios o te manejes con una doble moral: “Haz las cosas como yo digo, no como yo las hago”. Celebra sus logros, pero no en exceso. Resalta las cosas que hace bien y enséñale a mejorar las que le cuesta hacer bien. Recuérdale que a ti también te ha costado aprender a hacer cosas. Muéstrale que, además de ser madre o padre, eres ser humano.

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