¡No puedo dejar de hablar!

ZONA G 08/10/2019 09:57 Víctor Jiménez Actualizada 11:26
 

Sonia habla sin parar. El único momento en que está callada es cuando está dormida. Tiene una gran necesidad de relatar sus paseos, lo sucedido en el trabajo en los últimos días, sus aventuras cotidianas. Cuando alguien trata de interrumpirla o detenerla, simplemente continúa sin importarle. Nada la desalienta.

Sonia no ve su adicción a la conversación como un problema, pero los demás sí. Tiende a dominar las conversaciones, lo cual aleja a quienes se encuentran a su alrededor en fiestas con amigos o reuniones familiares. Ahoga a su público con su río de palabras. Algunos se sienten poco respetados, otros aburridos. Sus parientes y compañeros de trabajo han terminado por alejarse. ¿Por qué una persona no puede dejar de palabrear, incluso si esto afecta sus relaciones?

La incesante necesidad de hablar. Algunas de las posibles razones por las que el adicto a hablar se entrega a la palabrería son:

Egocentrismo. Algunos se creen más interesantes que todos los demás y no les importa lo que otros tengan que decir.

Temor al silencio. El verborreico está convencido de que debe llenar todos los silencios con palabras. Se siente inseguro si no se emita una sola palabra. No soporta el silencio, así que se ve obligado a llenarlo con chistes, cosas bobas, chismes, cualquier cosa para reducir la tensión del silencio.

Soledad. Algunos habladores compulsivos pasan mucho tiempo solos, viven vidas solitarias o están demasiado aislados. Así que cuando tienen la oportunidad de ser escuchados, la aprovechan al máximo.

Química cerebral. Para algunos hablar es una adicción. Cuando hablan de ellos mismos el cerebro produce dopamina, la hormona del placer. Es muy gratificante hablar de ellos mismos, por lo que, como sucede con todas las adicciones, no pueden dejarlo.

Alardear. Al acaparar la conversación, algunos buscan demostrar cuánto saben acerca de ciertos temas.

Y tú…¿cómo reaccionas cuando alguien no para de hablar? De las siguientes formas de actuar cuando un amigo, colega o pariente acapara la conversación, ¿a cuál recurres?:

Amable y tranquilamente te encargas de sacar un nuevo tema, en el que tratas de incluir a otras personas.

Muestras tu entusiasmo hacia lo que el hablador compulsivo está contando y de manera abrupta, pero encantadora, comienzas a contar una historia. Te aseguras de que la palabra no regrese al enamorado de su propia voz.

Te enojas porque el hablador compulsivo tiene toda la atención e intentas arrebatarle la conversación. O dices algo claro y directo como “¿Podríamos hablar ya de otra cosa?”. A veces esta estrategia abrupta es la única que funciona.

Entras en la conversación diciendo algo astuto o sorprendente. Intentas provocar controversia, pues sabes que el debate puede animar la conversación.

Abandonas la conversación. Cuentas una historia relacionada con la conversación que tiene acaparada. Comienzas tu propia plática (alterna) con una o dos personas del grupo.

Ofreces comida o bebidas a las víctimas del parlanchín. O bien, usas cualquier distracción para detener su verborrea y dar un descanso a los oyentes. Más de uno aprovecha para fugarse o introducir un nuevo tema.

Todas estas estrategias son sólo temporales, pero ayudan a reducir el habla excesiva en un hablador compulsivo. Es común que el adicto a ser escuchado tenga recaídas. La única solución real y más permanente es que él mismo se hagan consciente de esta tendencia y decida dejar su enorme necesidad de hablar.

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