Reconcíliate con tu cuerpo
(Foto: Archivo El Gráfico)
Una de las formas más comunes de rechazo a nosotros mismos es a través del cuerpo. Que si tenemos sobrepeso. Que si nuestras piernas son demasiado largas. Que si somos demasiado delgados. Que si no nos gusta nuestra nariz. Pero el problema no está en la forma de la cadera, el color de la piel o la altura. El problema reside en la falta de aceptación.
Rechazar o esconder alguna parte de nuestro físico provoca que nos sintamos inseguros y poco valiosos. Nos centramos en lo que nos tiene insatisfechos. Y luego generalizamos la insatisfacción hacia todo nuestro ser. Si no tenemos un estómago de lavadero, entonces nos sentimos imperfectos, defectuosos, poco atractivos y poco dignos de ser amados.
¿Te parece una exageración? Pues no lo es. Basta con revisar algunas cifras de gastos en cosméticos, tratamientos y cirugías para darnos cuenta de que muchos están dispuestos a hacer prácticamente cualquier cosa para tener la figura perfecta o el perfil deseado. O con escuchar a quienes te rodean quejarse de que tienen mucho pecho o cabello.
El cuerpo no es tu enemigo. El cuerpo se ha convertido en el enemigo a vencer, a conquistar. Queremos controlarlo y moldearlo a nuestro antojo, como intentamos hacer con muchas otras cosas en la vida. Y también lo usamos como punching bag o como piñata: nos agredimos cuando comentamos “Imagínate, con estas caderas, ¿quién se va a fijar en mí?” o “Seguramente no me dieron el trabajo por el tamaño de mi nariz”.
Al cuerpo debemos tratarlo como si fuera un ser querido, con suavidad y cuidado. Hay que respetarlo. Y sobre todo, hay que habitarlo, sentirlo, ser conscientes de él y escucharlo. El organismo nos da información útil para cuidar nuestra salud. Tomemos en cuenta esta sabiduría corporal.
Una nueva estrategia: la amabilidad. Quizás ya es hora de cambiar de estrategia. Si has recurrido al rechazo constante, la autocrítica y la autoexigencia y sigues sin sentirte bien con respecto a tu físico, es hora de tomar un nuevo camino. La actitud contraria a la autocrítica es la amabilidad, el buen trato a cada parte de tu cuerpo. Y ésta empieza con el reconocimiento de cada una.
Un buen ejercicio es mirarte frente al espejo y enfocar tu atención en cada parte de tu cuerpo, sobre todo en las que rechazas o no te gustan. Se trata de reconocer y agradecer lo que tu cuerpo hace por ti. Por ejemplo, tus piernas te llevan a donde quieres ir, tu nariz te permite distinguir la buena comida de la mala, tus dientes te ayudan a triturar los alimentos para digerirlos mejor. Permitirte sentir el agradecimiento contribuye a la satisfacción con tu corporalidad.
Cuando sientes agradecimiento, tu cerebro produce serotonina y dopamina, las hormonas de la felicidad y serenidad. También libera la oxitocina, la hormona del amor. Agradecer tiene un efecto positivo sobre tu sistema inmunológico, el funcionamiento cardíaco, la presión sanguínea y el azúcar en la sangre. “Si el agradecimiento fuera una droga, sería la más vendida”, afirma la Dra. Murali Doraiswamy.
Buenas intenciones y mejor actitud. Reconcíliate con tu cuerpo con este otro ejercicio. Proponte una serie de actitudes para ser bondadoso y amoroso contigo mismo. Expresa las siguientes intenciones cada día, así te preparas mentalmente para actuar de la forma en que deseas con respecto a tu cuerpo:
“Que trate a mi cuerpo con amabilidad y cariño”. “Que lo acepte tal como es”. “Que acepte los cambios inevitables en mi cuerpo”. Hay que expresar (mentalmente) estas intenciones sintiéndolas profundamente como tales. Deseo que te reconcilies con tu cuerpo y encuentres serenidad en ello.