RELATOS ERÓTICOS
Don taladro, el cliente que buscaba petróleo en lugar de orgasmos, por Lulú Petite
Don taladro, el cliente que buscaba petroleo en lugar de orgasmos por Lulú Petite (Foto: Unsplash)
Querido diario: Ayer atendí a un vato maduro, flaco, correoso y con cara de culo. De un estilo tan rústico, que lo imaginé arriando vacas a nalgadas.
Nos vimos en el motel. Me puse mi ropita sexy, llegué al lugar y me recibió con su cara de domador de cocodrilos. Su forma de hablar era pueblerina. No sé bien cómo explicarlo: De esas personas que hablan golpeado, con una entonación que no sé si me estaba platicando o regañando.
Igual pagó pronto, de contado y de buen modo, así que lo atendí gustosa.
Lo primero que me sorprendió fue que, debajo de la ropa, ese Don que a simple vista se veía flaquito, escondía un cuerpo durísimo. El hombre estaba fuerte. Pero no del tipo de los que se desviven en los gimnasios, sino simplemente músculo de puro trabajo y testosterona.
Se me acercó y me ayudó a desnudarme con cierta brusquedad, como con prisa para meternos a la cama. Me apretó las tetas con fuerza y empezó a lamerme los pezones. Su sexo se puso duro y ¡Caramba! ¡Qué herramienta!
El señor estaba bien intenso. Sus besos desesperados, sus manoseos urgentes.
Me apuré a buscar un condón en mi bolso y se lo puse con la boca. Lo masturbaba mientras me comía su miembro y él apretaba mis nalgas con fuerza.
De pronto, me puso de espaldas contra el colchón y me la metió ¡Caramba! Qué forma de coger de este tipo.
Se movía rapidísimo y con una fuerza tremenda. Realmente le ponía enjundia. Sus brazos macizos me levantaban y me acomodaban a su antojo en una cogida en la que yo parecía una muñeca de trapo con la que él podía hacer y deshacer.
Al principio sentí rico, pero llegó un momento en que fue demasiado y me estaba dando muy duro.
Está bien el sexo enérgico, pero no tanto que parezca lucha libre. Le pedí tregua. Me le monté y acabamos a mi ritmo, rico e intenso, pero no metiendo barrena como si buscara petróleo en vez de orgasmos.
Nos despedimos y guarde su número como “Don Taladro”, para saber, por si vuelve a llamar.
Hasta el martes,
Lulú Petite