RELATOS ERÓTICOS
“El orgasmo más delicioso fue gracias a tu aguinaldo”, por Lulú Petite
(Foto: Archivo, El Gráfico)
Querido diario: Caminé despacio hasta el centro de la habitación, me quité la chaqueta, desabotoné la blusa y me saqué la falda. Me mirabas sentadito en la cama, con ojos de quien abre sus regalos navideños.
Me comencé a mover frente a ti, luciéndote mi lencería de encaje negro, con liguero, medias y tacones, como me dijiste que te gusta. Me devorabas con los ojos y, bajo tu pantalón, crecía un bulto que tocabas insistentemente.
Me desabroché el brasier y liberé mis senos, redondos, apetecibles. El frío de diciembre tenía mis pezones duros. Abrí las piernas, metí mi mano bajo mi tanga y comencé a tocarme.
Caminé hacia ti, saqué mis dedos y te los metí en la boca. Lamiste mis jugos antes de que te pusiera los pechos en los labios y me sentara en tu regazo. Al acomodarme sobre tus piernas y mientras comías mis pezones, sentí tu miembro; palpitaba bajo mi sexo, queriendo romper todas las telas y metérseme completo.
Me arrodillé y te bajé la bragueta. Salió del calzón tu miembro duro, de venas hinchadas y piel caliente. Te masturbé un poco, pero tú necesitabas cogerme ya y a mí me urgía sentirte dentro.
Me recosté en la cama, mientras te desnudabas de prisa, abrí mis piernas y te recostaste a mi lado, con el condón puesto, desnudo, comiéndome a besos. Metiste tus dedos en mi sexo y los moviste deliciosamente.
Te acomodaste encima de mí, abriste mis piernas y me penetraste. Sentí tu pene palpitar dentro, tus embestidas salvajes, tus besos, tu lengua, tu respiración. No tardé en venirme a gritos, rogándote que no pararas. De pronto, sentí cómo llenabas el condón. Te abracé fuerte para que te clavaras a fondo y me lo inyectaras todo.
Qué rico orgasmo, gracias por decidir darle este pellizquito a tu aguinaldo. La pasé de maravilla.
Hasta el jueves, Lulú Petite