RELATOS SEXUALES

“Una anécdota cachonda, en donde tú me saboreas”, por Helena La Mala

“Una anécdota cachonda, en donde tú me saboreas”, por Helena La Mala

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Sexo 30/03/2022 14:40 Helena Danae Actualizada 14:40
 

Hola, mis amores, ¡feliz miércoles! Les traigo una historia cachonda para que se alivianen y disfruten el resto de la semana pensando en las imágenes que les van a crear mis palabras en la cabeza.

Vamos a imaginar juntos esta anécdota, donde tú serás el personaje principal. ¡Imagina cada palabra que irás leyendo, para que lo sientas en tu piel! Llegas a una fiesta a la que la verdad no querías ir, pero un amigo te convenció. Estás bebiendo algunas cerveza, tratando de evitar a la gente.

No quieres platicar, a pesar de que todos son amables contigo, hubieras preferido quedarte en casa. Así que, como escapatoria, decides irte a uno de los baños que están en la planta alta para encerrarte por un rato.

Subes las escaleras con tu chela en la mano, abres la puerta y... ¡ahí estoy yo! En cuclillas, desnuda, dando la espalda a la puerta. Escuchas mis gemidos ¡Estaba masturbándome! Al verme sorprendida, me pongo de pie, un poco apenada por lo que acabas de ver, pero al instante veo tu erección que deja ver tu paquete a través de tu pantalón.

Al darme cuenta de lo que te provoqué, te sonrió, camino hacia ti y, con un gesto en mi cara, te pido permiso, tú aceptas sonriendo. Te quito la cerveza de la mano y te conduzco hacia el lavamanos, ahí me siento para quedar un poco más arriba de ti.

Te golpeo suavemente el hombro para que te hinques frente a mí y dejo caer la fría cerveza en mi centro, al mismo tiempo que te jalo del cabello para acercarte a mi almendrita.

Tu lengua saborea la cerveza mezclada con mis jugos, los que había logrado después de haberme masturbado y los que provocaste al verte hincado frente a mí.

Subes tu mano para abrir bien mis labios y poder meter tu lengua tan profundo como tu boca te lo permita.

Ya que tu mano está ahí cerca, metes un dedo en mí, lo sacas y saboreas lo más profundo de mí. Volteas hacia arriba y me ves arqueando la espalda y con los ojos en blanco. Entiendes que lo estás haciendo bien, así que continúas, pero ahora me metes tres dedos para ver qué tan dilatada estoy.

Sé que ya estás súper picado... pero vamos a dejarlo aquí para que sea un hecho que la próxima semana tengamos una cita y compres tu ejemplar de EL GRÁFICO para terminar esta anécdota.

L@s adoro y espero con ansias que me tengan en sus manos el próximo miércoles.

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