HELENA LA MALA
Helena Danae y el hombre que le demostró su maestría oral
"Eso me puso muchísimo más prendida... y de lo que terminamos haciendo", cuenta ella en esta columna
(Foto: Instagram)
Hola, mis amores, ¡feliz miércoles! Antes que nada, les comento que estoy terminando los detalles del correo donde podrán escribirme para estar más en contacto. Estén pendientes aquí de este nuevo espacio.
Mientras tanto, vayamos a lo delicioso, que es meterme en sus mentes y dejarles disfrutar de todo lo que yo disfruto al hacer mi trabajo y en mi vida personal.
En ocasiones, el trabajo se pone muy divertido porque no siempre estoy con la misma persona, así que hoy les platicaré de eso. He estado solicitando nuevos colaboradores para crear material, las bases las comparto por mis canales de difusión y de ahí mismo recolecto a los posibles compañeros de trabajo.
Lee también: Galilea Montijo vs Andrea Escalona: Filtran fuertes detalles de su pelea, llegaron a los golpes
El otro día encontré a uno que me cayó demasiado bien, su perfil era excelente, así que decidimos salir para conocernos mejor antes de la grabación.
Comenzamos a llevarnos mejor. Una cosa llevó a la otra y al final decidimos irnos a un motel, con fines meramente laborales (claro)... la magia se dio sola.
Arriba de la cama empezamos a besarnos, yo traía un vestido largo que tuve que levantar hasta mis rodillas para poder moverme libremente, él no batalló mucho en quitármelo, me dejó en tanga y con las tetas al aire. Me dijo que me daría un masaje, así que me recosté en la cama y lo dejé acariciarme.
De pronto, me acomodó de costado y así levantó mi pierna; desde el pie, que estaba en las alturas, comenzó a besarme y fue bajando por mi pantorrilla, mi muslo hasta llegar a mi ‘almendrita’, donde se detuvo. Sus primeros movimientos fueron lentos y tiernos, pero conforme mis gemidos iban aumentando, su intensidad chupándomela también.
Comenzó a darme sexo oral como jamás me lo habían dado en mi vida, como si no quisiera que se desbordara nada de mi jugo.
Lo vi igual que como cuando estás comiéndote una fruta y no quieres que se escurra nada de la pulpa, así estuvo él pegado a mí, succionando, lamiendo y chupando.
No había duda de que me iba a hacer terminar como una diosa; normalmente tengo que retirar lo que esté cerca de mi ‘almendra’ para poder explotar, pero él se aferró a mi cadera dejando su cara bien pegada a mi entrepierna y succionó como queriéndo sacarme el ‘squirt’. Cuando por fin pude liberarlo, él se lo tragó completo.
Eso me puso muchísimo más prendida... y de lo que terminamos haciendo, les cuento en la siguiente columna, para que tengamos una cita ustedes y yo el próximo miércoles.