RELATOS SEXUALES
“El baile se salió de control, y terminé comiéndoselo con fervor”, por Helena La Mala
“El baile se salió de control, y terminé comiéndoselo con fervor”, por Helena La Mala (Foto: Archivo, El Gráfico)
Hola, mis amores, feliz miércoles a tod@s. Hoy quiero contarles lo rico que hice hace unos días. Ya saben que cuando la fiesta se me sube, el sexo es más rico y atrevido. Pues esta salida no fue la excepción, pero no le vayan a contar a don Heleno porque se nos enoja.... ¡Mentira! ¡Él siempre se entera de todo!
Salí con unas amigas a un bar. Pensamos que sería algo tranquilo, pero siempre que decimos eso, todo se descontrola.
Mientras estaba bailando, noté a un muchacho en una mesa cercana. Después de un rato, se acercó a platicar, estuvimos bailando y una cosa llevo a la otra, terminando en besos y arrimones.
Cuando cerraron el bar y estábamos en la calle, él se subió a una moto y se acercó a mí para preguntarme si quería ir a algún otro lugar. Todos los bares ya estaban cerrados, así que me propuso ir a su casa, donde tenía algunas cervezas. Accedí. De pronto, Helena se apoderó de la situación y sin pensar mucho, terminé abalanzándome sobre él.
Iniciamos con besos y luego comencé a desnudarme. Sus manos eran delicadas, yo podía sentir su erección a través de su pantalón. Con cariño desabroché su cierre y saqué su miembro.
Tomé un condón de mi bolsa y terminé poniéndoselo yo misma. Subí de nuevo y abrí mis labios para que su pepino entrara en mí.
Podía sentir su enorme pene entrando y saliendo, era demasiado grande, así que teníamos que hacerlo con cuidado. Yo era la que llevaba el movimiento, así que no dejaba que entrara toda. Él lo hacía con cuidado, pero sus movimientos me volvían loca, meneaba su cadera con su pepino dentro de mí y eso hacía que me mojara más.
Cuando él se salió de mí, tomando el condón, pude ver que no solo su tamaño era grande, si no que la cantidad de leche que había echado, también era enorme. Fui al baño y cuando salí, él tenía mi ropa acomodada, ayudándome a vestirme. Fue un detalle lindo. Se ofreció a llevarme a casa, pero después de esa cogida, no me animaba a montarme en una moto.
Pedía paz y sentarme a descansar. Llamé a un taxi y llegué a casa, besando y dándole los buenos días a don Heleno.