¿Aguantas otro chaquetón? Helena la Mala te quiere subirte la temperatura

Hola, mis amores, feliz miércoles a todas y todos. Seguimos con las lluvias, el frío y con más y más ganas de estar empiernados. 

Quiero calentarlos una vez más (porque leí en mis redes que la columna pasada sí les subió la temperatura), así que hoy quiero ser su novia, la que los consiente y trata bonito. 

Imagínate: te dieron el día en el trabajo, afuera está lloviendo y nosotros despertamos tarde. Sigues acostado en la cama y me pongo de pie para cocinarte el almuerzo. No creo que sea demasiado temprano para vino y pasta; sé cómo te gusta, así que me esmero por dejarla al punto. 

Te pones de pie en pantuflas y vas directo al comedor, te sirvo tu plato y te digo provecho. Es día de hacer lo que queramos. Me preguntas por qué yo no tengo plato, te respondo que comí mientras cocinaba y ahora sólo me hace falta el postre, así que sujeto mi cabello en una coleta y me meto debajo de la mesa. 

Bajo tu pijama y comienzo a acariciar tu pepino con mis manos un poco heladas. La mezcla entre la sensación del frío y mi mano cariñosa dándote amor, hace que rápidamente te pongas erecto. Abro bien la boca y dejo que tu amigo entre entero, así al salir quedará lubricado con mi saliva. 

Sigo de a poquito en la punta, tratas de concentrarte y comer, un nuevo juego que tenemos, donde aunque yo esté haciéndote cositas, tú deberás tratar de seguir haciendo en lo que estás. Tratas de continuar con tu comida. 

Todo es perfecto y yo estoy dando lo mejor de mí pegada en tu entrepierna. Lo saco de mi boca ya bien lubricado. Con mi mano lo masturbo para aprovechar esa saliva. 

Salgo de debajo de la mesa y te jalo para que tus piernas queden fuera, me monto en ti, dándote la espalda, sentándome y girando con tu amigo dentro de mí. Mi cadera se mueve de forma fascinante y puedes sentirlo tan bien, que quieres explotar. 

En algunos hombres, sé predecir cuando van a terminar, porque tienen otro ritmo, sus gemidos o hasta porque aprietan lo que estén tocando con sus manos. Así que logro sentir que estás a punto, me salgo y me pongo de rodillas frente a ti, tú tomas tu pepino con la mano y empiezas a jalártela hasta explotar en mi cara. 

Tomo un poco de ese jugo que está escurriendo y con mis dedos lo meto en mi boca. Delicioso para postre, me he esmerado en alimentarte bien, así que tienen un sabor dulce y me encanta. Y así volvemos a acostarnos para disfrutar de Netflix y el clima lluvioso.

¿Suena delicioso, no? Les dejo mucho amor y espero que esto ayude a calentarles su mañana. Les adoro.