RELATOS PICANTES
Lulú Petite y el señor que confundió con su cita, se dieron cuenta hasta el último orgasmo
"Yo no sabía si reírme o carcajearme ¿qué haces en una situación así?"
(Foto: Especial)
Querido diario: ¿Qué te cuento de este vato? La verdad, cuando lo vi no podía creer mi suerte. Guapo al estilo el actor que hace a Loki en los Vengadores, ¿sabes?; de ese tipo de guapura simpática no obvia. Tenía una voz varonil, brazos fuertes y un pitote delicioso.
Quedamos de vernos en el lobby de su hotel para subir juntos a la habitación. Hicimos clic en cuanto entré. Subimos, le recordé mi precio, pagó y se fue sobre mis labios. Me besó con tanta pasión y tan deliciosamente, que las piernas me temblaron. Subió la falda de mi vestido y metió sus dedos entre mis piernas. Con sus besos y su mano comencé a lubricar de inmediato. Cuando me la metió, así, de pie, sentí un golpe de placer tan intenso, que el orgasmo no tardó en llegar. Cogimos durante dos horas deliciosa e ininterrumpidamente. Fue exquisito.
Durante toda la cita, nuestros celulares no paraban, vibraban más que maraca en carnaval. Pero, miren, siendo gente educada y bien portada, ninguno sacó su celular. Digo, ¿quién quiere ser el mierdilla que está texteando mientras coge, verdad?
Llega el triste momento de despedirnos, porque todas las cosas buenas tienen que acabar, y por fin checamos nuestros celulares. Y ¡sorpresa! ambos teníamos varias llamadas perdidas y mensajes. Resulta que sí, ambos estábamos esperando a alguien. Él a una escort y yo a un cliente, ¡pero no éramos la cita el uno del otro! Nuestras verdaderas citas llegaron y nunca encontraron a quien buscaban.
Yo no sabía si reírme o carcajearme ¿qué haces en una situación así? El otro cliente ya se había metido a su habitación y estaba muy enojado, por más que le expliqué. La chica plantada también se había ido ya del hotel muy enojada. Nada podíamos hacer para arreglar nuestro error.
Ni modo, a veces la vida se pone los zapatos de payaso y te organiza el circo. Al final, decidimos tomarlo con humor. Nos despedimos con un “ojalá que volvamos a vernos”. Y sí: Ojalá.
Hasta el martes, Lulú Petite