RELATOS ERÓTICOS
“El mejor viaje en elevador, haciendo un trío riquísimo”, por Lulú Petite
(Foto: Archivo, El Gráfico)
Querido diario: Tuve un sueño muy erótico. Iba en un elevador, parecido al de un motel en el que trabajo a menudo, pero mucho más grande. En principio iba sola, pero de pronto me di cuenta que estaba conmigo una pareja. Él era un tipo guapo, con cara salvaje y mirada lujuriosa, ella una jovencita con carita tierna, cabello rubio lacio, ojos verdes, sonrisa pura y unas tetitas pequeñas que apenas levantaban en su vestido.
Ellos se besaban, como si una urgencia ingobernable no les permitiera esperar a llegar a su habitación. Él metió su mano bajo el vestido de la chica y levantó la falda hasta exhibir su culo perfecto, apenas cubierto por una diminuta tanga de hilo dental. No podía evitar ver la manoseada que el tipo le estaba dando a la rubia, hasta que levanté un poco la mirada y me encontré, como una conejita que se topa con un lobo, los ojos turbios y lujuriosos del chacal que se sabroseaba a la güerita.
—¿Te gusta lo que ves? —dijo con una sonrisa pícara.
No contesté, me quedé pasmada.
—Te invitamos —dijo la rubia volteando hacia mí y dándome un beso inesperado y delicioso, mientras sus manos subían por mi abdomen hasta llegar a mis senos y comenzar a apretarlos con fuerza. Se inclinó y, levantando el culo como gimnasta, comenzó a comerme el sexo deliciosamente, mientras su macho se sacó del pantalón un miembro descomunal, a reventar de venas y de un grueso espectacular. Hizo a un lado el hilo dental de su güerita y se lo clavó de un golpe por el trasero, ella apenas gimió y siguió comiéndome el clítoris deliciosamente, mientras su macho me amasaba las tetas ya desnudas. En ese momento, se abrió la puerta del ascensor y desperté empapada y calientísima.
De inmediato, abrí mi computadora y comencé a escribirte este relato. Ahora, todavía con la calentura palpitándome en la entrepierna, me despido para masturbarme cómodamente.
Hasta el jueves. Sígueme en Twitter: @LuluPetite2022