“Ya sea en hotel o motel, lo puedo hacer riquísimo”, por Lulú Petite

Querido diario: Pasé por el lobby del hotel con discreción. No me gusta atender en hoteles ejecutivos. A veces las trabas son muchas y los estacionamientos caros.

Lo mejor, para coger, son los moteles. Para eso fueron creados, para el placer, no para el turismo.

Sin embargo, a Heriberto lo conozco bien y como viaja a menudo por el trabajo, quedamos en que, si él paga el estacionamiento, lo atiendo en el hotel donde se hospeda.

Subí a su piso, llamé a su puerta y, como siempre, me recibió con tanta cachondería que apenas me dejó acomodarme y sacar el condón, lubricantes y demás provisiones de trabajo.

Tardé más en llegar que en lo que él tardó en desnudarme y ponerme con las piernas bien abiertas, recargada contra el filo del tocador.

Se arrodilló frente a mí y comenzó a lamer mi sexo con entusiasmo y pericia.

No dejó de relamer mi clítoris con una habilidad sorprendente, hasta que me sintió temblar en su boca y gemir a gritos que había logrado tener un orgasmo. Me vine riquísimo.

Sólo cuando yo había alcanzado el placer, Heriberto se puso de pie. Tiene un miembro grande y delicioso. Desenrolló el condón y me la metió de un golpe. Me hizo el amor riquísimo.

—¿Por qué no nos vemos en un motel? Es más barato —le pregunté después del sexo.

—Como es viaje de negocios, el hospedaje lo paga la empresa —me explicó.

—Pero los moteles también facturan.

—Sí, lo sé, hace un par de años un compa de la oficina facturó su estancia en un motel de Patriotismo y cuando la presentó a pagos, descubrieron que el motel era de pisa y corre y, aunque quedó la duda, se hizo todo un circo. Por poco lo corren y le siguen haciendo burla por su viaje de ‘trabajo’. No voy a arriesgarme a eso”; me respondió tajante.

Asentí, entendiendo su punto, ¿para que arriesgarse, si en su hotel también me lo puedo coger riquísimo?

Hasta el martes. Sígueme en Twitter: @LuluPetite2022