RELATOS SEXUALES
“Un abuelo con mucha energía, que lo mete riquísimo”, por Lulú Petite
(Foto: Archivo, El Gráfico)
Querido diario: En la puerta del elevador, un señor de traje acompañado de una rubia muy guapa, me saludó con una sonrisa que adiviné en sus ojos. Esta pandemia hemos aprendido a distinguir sonrisas aun a cara tapada. Lo reconocí, hace poco cogimos. Se llama Xavier. Fue un buen cliente, la pasamos rico. Él también me reconoció:
—Hola Lulú, ¡qué gusto verte!
—Hola, Xavier ¿verdad? —respondí para cerciorarme del nombre.
Aunque lo sospechaba, cuando nos presentó, supe que la rubia es una colega. Intercambiamos saludos y seguimos nuestro camino. Ellos al lobby, yo al cuarto piso. Ellos acababan de coger, yo apenas iba por lo mío.
En la habitación 408 me esperaba Miguel. Un cliente divorciado que me llama de vez en cuando. Ve poco a sus hijos, pero venía contento porque hace poco se convirtió en abuelo y acababa de conocer a su nieto.
Me puso en cuatro sobre el colchón y, separándome las nalgas con sus dedos, me metió su sexo con entusiasmo. Lo miré al espejo mientras me embestía.
Él observaba con lujuria cómo su pene entraba y salía de mi vagina con cada movimiento, mientras acariciaba mis nalgas más con ternura, que con erotismo.
Me pareció guapo y demasiado joven para ser abuelo. Tendrá arriba de 50 años, es delgado y no tiene una sola cana.
Me pidió que me volteara y, con mi espalda contra el colchón, volvió a metérmela. Se movió con buen ritmo, un mete y saca delicioso que al cabo de unos segundos, me obligó a abrazarlo con mis piernas y jalarlo para que se metiera más; justo cuando me vine, sentí cómo el chorro de semen llenó el condón en mi sexo. Me tuvo gimiendo todo el tiempo.
Después de ducharme, cuando estaba a punto de irme, revisé mi teléfono y vi un mensaje: “No me fui del motel, estoy en la 410 ¿Te puedo ver?” Era Xavier. Estaba en la habitación de al lado.
Hasta el jueves. Sígueme en Twitter:@LuluPetite2022