RELATOS ERÓTICOS
“Comiéndome a un sexy italiano, en la hermosa Oaxaca”, por Lulú Petite
(Foto: Archivo, El Gráfico)
Querido diario: Fui a Oaxaca porque allí siempre me consienten. La distancia con Oaxaca te hace pensar, pero la gente es maravillosa.
Oaxaca siempre me sorprende, aún así, lo que no esperaba era encontrarme con él: un italiano precioso. Amante de los deportes extremos, motociclista aventurero y con un cuerpo divino, esculpido entre el ejercicio y los chingadazos.
Su cara, varonil, rubio tostado, barba de lija, ojos profundos, músculos duros de brazos muy masculinos, lienzo de tatuajes formidables y, claro, trofeos de guerra en forma de cicatrices que, por el tipo de accidentes que las habían provocado, lo hacen cargar más placas, muelles y tornillos que huesos de calcio.
Sentí que me estaba cogiendo a un Oaxaneitor. Una especie de Robocop. Exploraba su cuerpo con la yema de los dedos y lo cubría de besos y, de cuando en cuando, me encontraba con el tacto metálico de las placas en su cuerpo.
Olía delicioso y recorrer a besos su cuerpo curtido y musculoso era una verdadera delicia. Él movía sus manos por mi piel con sabiduría. Estiré la mano y sentí su miembro enorme y listo para mí. Tomé un condón y se lo puse con la boca. Él acariciaba mis glúteos, mientras yo devoraba su mástil escuchándolo gemir en un tono “mamma mia”, que revelaba su origen.
Me puso boca arriba y separó mis piernas con lujuria, apuntando su sexo a mi entrepierna, entró despacito, como cuidando no partirme en dos.
Me vio fijamente a los ojos y me perdí en su mirada; me colgué de su espalda, cuando me la metió toda. Sentí riquísimo. Comenzó a moverse y yo bajé mis manitas hasta apretarle las nalgas perfectas, redondas, duras. Apreté y las jalé hacia mí, entró toda.
¡Carajo! Qué rico coge Robocop. Todavía pienso en la zarandeada que me dio y me pongo cachonda de nuevo.
Hasta el jueves, Lulú Petite