“En público con la adrenalina al tope, una experiencia deliciosa”, por Lulú Petite

Querido diario: —No sabría decir —le respondo a un cliente de 75 años que pagó para estar conmigo, pero no quiere coger, o no puede. Lo que quiere es que le cuente cosas sexys, así que comenzó a preguntarme.

Una de las veces más cachondas en las que tuve sexo en público, fue cuando se la chupé a un exnovio durante un viaje en autobús, pero de eso conté hace poco en EL GRÁFICO, seguro lo leíste.

Esa experiencia fue excitante por muchas cosas, pero sobre todo porque, a pesar de que el bus iba casi solo, la adrenalina, el riesgo de ser descubiertos, le ponía un toque más erótico al asunto.

¿Qué si me gusta el sexo en público? No soy mojigata, si tengo un romance y la estoy pasando bien, ¿por qué no?

La más reciente fue en el baño de un bar. No es cómodo, pero sí excitante. Él se la sacó, subió mi falda, me hizo a un lado la lencería y me la clavó de lleno, con mi espalda contra la puerta del sanitario.

Entre besos y embestidas, nos venimos rapidísimo. Se quitó el condón y lo tiró en el cesto.

Primero salí yo, vi que no había moros en la costa, y salió él detrás de mí. Con la camisa desaliñada y la boca roja.

¿Que si lo he hecho en público con algún cliente? Sólo en mis inicios.

Cuando trabajaba en agencia, a veces íbamos a orgías y allí no era todo en privado.

A veces sí, te metías a un cuarto con el cliente, pero en otras ocasiones el sexo era en la fiesta, enfrente de todos, con parejas cogiendo por doquier. ¿Que si me gustaba? Sí, a veces.

¿Cuál fue la que más me excitó? Una vez en una orgía. Estaba desnuda, chupándosela a un tipo, cuando sentí las manos de otro acariciándome las nalgas. Para cuando me di cuenta, ya tenía un pene en la boca y otro en la vagina, quizá ese fue el más excitante.

Una erección comienza a dibujarse bajo el pantalón de mi cliente, pero la hora está terminando.

Entonces, me pregunta si puede pagar otra. Está bien, tengo la agenda libre.

Hasta el martes, Lulú Petite