"Un exquisito pozole para tu cumple, con unas lujuriosas embestidas"

Querido diario: Te prometiste un regalo para tu cumpleaños. ¡Faltaba más! La quincena cayó en viernes y tu cumple en sábado ¡Carajo! Ni mandado a hacer. Mensaje a tu mujer: Los amigos de la oficina te quieren festejar. Sólo serán un par de cervezas. El sábado celebras familiar, pero en viernes, que dé chance.

En la oficina te querían celebrar, pero dijiste que tu mujer te había preparado un pozolito. Familiar la cosa. Así que te cantaron ‘Las Mañanitas’ cada uno con su respectivo toper. Coartada lograda.

Cuando entré a tu habitación tenías ya una chela a la mitad y la otra todavía fría en el tocador. Al menos eso fue verdad. Sólo serían dos cervezas. Me tomaste de la mano y me diste vuelta para verme completita. Me detuviste cuando te di la espalda y me agarraste el culo.

Levantaste mi faldita y viste que mi lencería iba coronada con un discreto moño. ¿Cómo no? Si era yo tu regalo, lo menos que podía hacer era envolvértelo decentemente. Te dio risa y seguiste metiendo mano.

Recargaste mis manos contra el tocador. Me miré en el espejo y te vi detrás de mí, revisándome con lujuria. Te sacaste el miembro erecto y diste tres golpes con él en mis nalgas. Me bajaste los calzones a la mitad de los muslos, separaste bien mis piernas y, también con tus pantalones a media asta, te pusiste el preservativo y me la metiste de un empujón.

Apretaste mis tetas, besaste mi cuello y mi espalda. Me cogiste hasta que, en medio de calambres que te hicieron tambalear, te viniste a chorros.

Estabas recuperándote, cuando llegó un mensaje a tu teléfono, que estaba en el tocador, al lado mío y alcancé a leer: “Felicidades, Manuelito ¿Qué tal el pozolito?”

Te pregunté de qué hablaba y me contaste esta historia. Me habían dicho de muchas formas, pero pozole nunca. Te pedí permiso de compartirla y hela aquí.

Hasta el jueves, Lulú Petite