RELATOS SEXUALES
"Las más ricas embestidas, fueron frente al espejo", por Lulú Petite
"Las más ricas embestidas, fueron frente al espejo", por Lulú Petite (Foto: Archivo, El Gráfico)
Querido diario: Nos quedamos de pie frente al espejo. Él estaba detrás de mí, rodeando mi cintura y pegando la pelvis tanto a mi trasero. Yo sentía los pliegues de su bragueta y, bajo ella, un bulto que se endurecía.
Retiró mi cabello y lo puso detrás de mi oreja, escuché sus jadeos estremecer mis tímpanos cuando se acercó a besarme la mejilla y luego el cuello. Mordió suavemente el lóbulo de mi oreja, antes de bajar mi cremallera.
Pasó sus dedos suavemente por mis hombros y el vestido cayó al piso revelando mi lencería.
Me besó la espalda y, con un chasquido, liberó el sostén, que siguió a mi vestido camino al suelo.
Tomó mis pezones con sus dedos y los masajeó simétricamente. Su lengua seguía recorriendo mi cuello y sus gemidos resonaban ya en mis tímpanos como huracanes descontrolados. Seguía pegado a mis nalgas y su erección se sentía ya enorme debajo de su bragueta.
Pensé en voltearme, sacarle el miembro y chupárselo en cuclillas, pero él me quería así, de pie, mirándonos de frente en el espejo. Me lo hizo saber evitando, con un ademán suplicante, que no me moviera cuando traté de dar media vuelta.
En cambio, metió su mano por mi tanga y buscó entre mis muslos. Encontró húmedo mi sexo y, sin dificultad, dio con mi clítoris deseoso e hinchado. Esparció mis jugos por toda mi vulva y me bajó la tanga, que cayó hasta los tobillos.
Me empujó suavemente de la espalda para que me doblara sobre el tocador y respingara el culo. Se sacó el miembro, le puso un condón y me lo metió de golpe.
Me hizo el amor riquísimo. A cada embestida me sentía más excitada y cuando, al fin, nuestros orgasmos explotaron, no pude contener un grito que estremeció la habitación.
Nunca, desde que comenzó a seducirme, dejamos de mirarnos a los ojos a través del espejo. Quizá eso fue lo más cachondo de todo.
Hasta el martes, Lulú Petite