RELATOS PICANTES

El tierno carpintero que se vuelve una fiera cada que está con Lulú Petite

"Se pone nervioso. Como si tuviera que seducirme y no fuera algo arreglado", cuenta

El tierno carpintero que se vuelve una fiera cada que está con Lulú Petite

(Foto: Especial)

Sexo 30/05/2024 15:26 Lulú Petite Actualizada 15:26
 

Querido diario: Don José es un buen cliente. No se cuece al primer hervor, este año cumple sesenta. Nació en un pueblito de Michoacán. Desde chamaco era un tiro para la carpintería.

Un buen día, sin más que lo puesto, un boleto de camión y unos cuantos pesos, dejó su pueblo y se lanzó a Toluca. Ahí consiguió chamba en una carpintería. Se la pasó chalaneando, haciendo de todo, desde muebles por encargo hasta arreglos de última hora.

Con el tiempo, abrió su propio changarro y conoció a la que sería su esposa. 

Fue ella quien un día le mostró una foto de una mesa minimalista, pidiéndole que la hiciera para regalarla en una boda. Don José, de mala gana, se puso manos a la obra.

¡Qué éxito fue aquella mesa! Resulta que el minimalismo estaba de moda. Todos querían una mesa como esa y don José empezó a venderlas como pan. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a diseñar otros muebles en el mismo estilo. 

Se endeudó hasta las cejas para expandir su negocio, pero su apuesta dio frutos. Hoy, tiene una pequeña fábrica que surte a mueblerías de Toluca y CDMX, y vive bastante bien.

Ayer nos vimos. Me trata siempre con ternura. Se pone nervioso. Como si tuviera que seducirme y no fuera algo arreglado. 

Me desnuda despacito y se me queda mirando largo rato así, en cueros. Después se recuesta a mi lado y comienza a besarme el cuerpo. 

Primero un beso en los labios, tierno, después en la mejilla, el cuello, los hombros, las tetas, el vientre, mis piernas, mis pies y, siempre, termina en mi sexo. Lo besa despacio, lo huele, lo lame más con hambre que con destreza.

Cuando su saliva me tiene húmeda, me hace el amor despacio. Como quien sabe que no hay prisa. Después se recuesta a mi lado y me cuenta de su pueblito en Michoacán al que nunca volvió, del que se fue porque una morra lo rechazó y le rompió el corazón. Dice que yo le recuerdo mucho a esa chica. Hay amores que, aunque acaban, duran para siempre.

Hasta el martes, Lulú Petite.

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