RELATOS SEXUALES
Mi cliente me vio unos granos feos en las cachetonas y esta es la verdad, por Lulú Petite
Mi cliente me vio unos granos feos en las cachetonas y esta es la verdad, por Lulú Petite (Foto: Unsplash)
Querido diario: Hace tanto calor, que hasta los refrigeradores buscan sombra. Neta: Ni los ventiladores sirven. Para cuando el aire llega, ya viene tan caliente que sofoca.
El sábado era como si el sol se empeñara en fundirnos. Igual había que sacar a pasear a los perrhijos. Me puse unos shorts, una blusa ligera, tome las correas, a mis cachorros y salí a la insolación.
Mientras caminábamos por el parque, vi una sombra tentadora debajo de un árbol. Sin pensarlo dos veces, me acerqué y me dejé caer sobre el pasto fresco. ¡Qué alivio!
Todo era paz hasta que sentí un pellizco en la pierna. Me había sentado en el hogar de una colonia de hormigas enérgicas y muy territoriales decididas a contraatacar en venganza.
Salté y manoteé sacudiéndome los bichitos. Después de un rato de bailar con las hormigas, finalmente logré librarme de ellas. Todos en el jardín me veían tratándose de aguantar la risa.
Sonriendo avergonzada, saludé a la multitud con una reverencia teatral, y con la cabeza en alto y las hormigas en retirada, continué mi día.
En la tarde, me llamó un cliente. Ya el calor se había calmado y yo estaba recién bañadita. Nos vimos en el motel.
Cuando entré, un hombre maduro y de aspecto amable me tomó por la cintura y comenzó a besarme. Puso mis tetas en sus manos y bebió de mis pezones.
Hurgué entre sus pantalones y encontré una erección ya lista. Palpé un palo duro y venoso, de buen tamaño.
Me puse de rodillas, le bajé la cremallera, saqué su miembro duro y comencé a masturbarlo. Le puse un condón antes de metérmela a la boca y chupársela. Gemía riquísimo el vato.
Nos desnudamos con prisa y entre besos y faje, brincamos a la cama. Me puso de perrito y entonces brincó, tan asustado, que hasta el pito se le desinfló:
“¿No tendrás varicela? ¡Tienes ronchitas en los muslos y en las nachas!”, dijo alarmado.
“¡Pinches hormigas!”, respondí y le expliqué lo sucedido. Nos reímos y seguimos cogiendo.
Hasta el jueves, Lulú Petite.