LA GUÍA DEL SEXO
¡Nadie es un objeto! Ten cuidado con la cosificación sexual
(Foto: Unsplash)
Dejar de ser percibido como persona es una de las cosas más peligrosas que le puede pasar a un ser humano, se le conoce como cosificación y reduce a las personas a ser vistas como objetos, la mayoría de las veces sin valor.
Cosificar a las personas va en contra de la escancia del ser humano ya que despoja a la persona de su propia dignidad lo que lleva a quien cosifica a cometer abusos y hasta llegar a la violencia, mientras que la persona cosificada enfrenta un sometimiento.
La cosificación de las personas abarca muchas áreas de la vida como por ejemplo las situaciones laborales, donde hay ocasiones que las empleadas domésticas son vistas solo como un medio de obtener un beneficio a cambio de dinero, pero no siempre son consideradas seres humanos que prestan un servicio y por ello es muy fácil ver abusos que van más allá de las responsabilidades por las en realidad se paga.
El sexo no se escapa de la cosificación, existe la llamada cosificación sexual que es cuando se ve a las personas como un simple objeto sexual; es decir una cosa con la cual procurarse placer sin que se tomen en cuenta los atributos que le dan ese carácter de persona y que le permiten entablar relaciones humanas en un plano de igualdad.
En la cosificación sexual, los atributos sexuales y la belleza de la persona son los únicos que cuentan, la existencia de esa persona como individuo se nulifica para pasar a ser solo una cosa bonita que le de placer a otra persona.
Este acto de nulificar a la persona como ser humano y reducirlo a un objeto de placer se puede dar de varias maneras. Una de ellas es cuando la persona misma se cosifica y se ofrece como un objeto de placer, otra es cuando alguien ve a otra persona solo como una cosa con la cual satisfacer su placer; estas dos condiciones son las que permean frecuentemente en la prostitución, donde la mujer es usada como objeto, vendida por proxenetas y hasta violada.
Si bien muchas mujeres optan por voluntad propia por ejercer este tipo de trabajo, no les es fácil hacer que quien paga por sus servicios deje de cosificarlas, de hecho, en el ideario popular se cree que la diferencia entre las mujeres dedicadas a la prostitución y a las llamadas escorts es que las primeras pueden usarse como cosas mientras que las segundas sí son personas.
El origen de la cosificación sexual pudo haber nacido luego de ser fomentada a través de películas, series, novelas, etcétera donde se expone a la gente como objeto de placer y no como personas; también existe cosificación cuando un grupo social cree que por el hecho de que haya quienes tienen una orientación sexual distinta a la heterosexual son opciones para experimentar en el sexo o un medio de saciar sus curiosidades eróticas.
La cosificación es a tal grado peligrosa que traspasa el simple nivel de no otorgarle a la persona cosificada voz y menos voto en las decisiones, llega al sometimiento y a la agresión verbal y hasta física que no en pocas ocasiones acaba en la perdida de la vida.
La cosificación sexual, particularmente tiene un nicho importante en todas las expresiones del machismo, donde no se reconoce a la mujer como un ser humano con dignidad propia ni mucho menos con derechos sexuales, por lo tanto es el hombre quien debe ser complacido y ella tiene la obligación de darle placer de las maneras que él desee aunque ella no esté de acuerdo o no le agrade lo que tiene que hacer o dejarse hacer.